3 | Bella

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Carmine.

Por fin esa gente se había largado, lo primero que hice fue subir a mi cuarto de inmediato para darme una ducha y ponerme ropa limpia. Hice una llamada y cuando recibí su confirmación me puse mi mejor colonia, peiné de lado mi cabello con gel y salí en busca de mi transporte.

Después de un largo día soportando a los San Luis merezco un alivio, uno que me dará la única mujer que me tiene embelesado hasta el ruedo del pantalón.

La mujer abre la puerta de su lujoso apartamento luego de que llamé al timbre. Me recibe con una sonrisa cargada de promesas lascivas que me pone más que cuando hablé con ella por celular. Su belleza resalta más que la de cualquier mujer que pongan a su lado.

Es una mujer muy hermosa, de cabello muy oscuro y largo hasta las caderas, curvas bien moldeadas, y cada una de ellas resalta perfectamente con ese vestido negro. No puedo dejar de fijarme en su silueta esbelta, ni en sus pechos. Qué ganas tengo de apoderarme de ellos.

Es bellissima.

Una sonrisa traviesa surca mis labios al darme cuenta del impacto que provoca en mí; ninguna otra ha sido capaz de despertar este lado con tanta agilidad. Ni siquiera mi futura esposa podría.

Ella sabe lo mucho que me fascina y siempre está dispuesta para mí, así como lo estoy yo para su deleite.

Ella es Ariana.

—Preparé la tina, señor capo.

Reprimo una risa. Hay tanto juego y confianza entre nosotros que ahora mismo no tengo claro si habla de la tina en su baño o la que está entre sus piernas.

—¿Cómo está el agua, Ariana? —Veré si puedo obtener una pista, la que sea.

Por otra parte, ella me sonríe con coquetería y muerde sus labios pintados de carmín mientras me mira a los ojos. Mueve sus hombros y la cabeza con lentitud, un meneo que me resulta sensual e incitador.

—Averígüelo usted mismo.

¡Ugh!

¿Me habrá pillado o solamente querrá jugar conmigo?

Tiene en cuenta lo mucho que su cuerpo me descoloca y por ello contornea las caderas con sutileza a la vez que se aleja, pero se asegura de que sepa las intensiones de su pequeño jueguito.

—Sí... Eso haré —anuncio en un murmullo, despojándome del saco mientras empujo la puerta con el pie para cerrarla. Luego me adentro a la sala y la sigo por el corredor.

Al final del pasillo ella se pierde detrás de la puerta. Ella me invita a pasar sin emitir una palabra, tan solo con sus encantos femeninos, y cierra la puerta sin el seguro.

Me tomo mi tiempo para llegar hasta la puerta del baño, a lo mejor le falta ajustar algo. A su vez, la erección se presiona dolorosamente contra mis jeans. Se muere por reventar, y esa insistencia basta para que acelere cuando ya estoy a cinco pasos de descubrir lo que Ariana prepara para mí.

Descubro detrás de la puerta que el cuarto de baño está iluminado tenuemente con luces en rojo parecidas a las que usamos en navidad, así como unas velas cortas. Ese es el contraste perfecto para avivar la llama en el ambiente, aun si el escenario no importa cuando se trata de nosotros.

Siempre estamos humeando.

Su vestido es tocado por mis manos, mientras que las suyas ascienden por mis brazos hasta llegar a mis hombros. Acaricio suavemente sus curvas por encima de la tela negra, como si en cualquier momento fuera a romperse como un vidrio... pero en realidad, es una ventana blindada que resiste a cualquier tipo de intromisión y dureza que mi cuerpo le pueda ejercer.

CARMINE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora