14 | Sposato

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Ariana.

Veo a Carmine sostener la mano de su reciente esposa y luego alejarse del altar para recibir las felicitaciones de amigos y familiares. Todos parecen muy felices, unidos, pero es solo por esta noche; las diferencias volverán a surgir a flor de piel más pronto de lo que se espera.

Oficialmente, el caporegime presenta a Mirra Acosta ante su familia de Cuba. El anillo de su suegra provoca que sus iris ambarinos reluzcan muy vivos. Ellos son el foco de atención, la pareja por conveniencia más importante hasta el momento.

Y mientras tanto, yazgo en el yugo de la noche, cerca del muro al final del jardín. Detrás de mí, los soldati hacen rondas mientras yo superviso desde aquí abajo, cerca de mi protegido y su esposa.

¿Cómo llegamos a esto?

Casi puedo recrear los momentos exactos de este lugar hace dieciocho años, lo que sentí cuando vine a este jardín por primera vez y conocí a los Acosta con mi pequeña familia. Vinimos aquí por auxilio y protección, y a cambio, nosotros trabajaríamos para ellos. Mientras mi padre le comentaba a don Giovanni, yo intentaba ignorar el atractivo del hijo menor, distrayendo mi atención con el inquieto de Ulises. Sin embargo, era cuestión de tiempo hasta que el joven Carmine se presentara conmigo.

Él ya llevaba unos meses en la división militar masculina de la organización y se ofreció a mostrarme el escuadrón femenino, el cual apenas estaba comenzando porque no hace tanto empezaron a incluir mujeres. Mi papá al inicio no estaba convencido de eso, pero no estaba en posición de negociar con el cabecilla. Me adapté bien las primeras semanas, el trabajo era forzado, pero salí adelante como una de las mejores.

Durante esos tres años, Carmine Acosta y yo no fuimos más que compañeros con un gusto secreto por el otro. Poco antes de cumplir dieciocho tuvimos nuestro primer encuentro íntimo y a partir de ahí nos hicimos inseparables y los sentimientos incrementaron.

Éramos jóvenes, apenas estábamos descubriendo nuestras primeras experiencias. En ese momento no nos importaba el después ni el ayer, empero la realidad nos arrojó al agua fría cuando descubrí que estaba embarazada. Me culpé por no prevenir, pero tampoco tuve una madre que me enseñara los que eran los anticonceptivos, sino a un padre que no creería que su niña andaría como una cualquiera.

No sabía qué hacer. Temí que Carmine me abandonara en cuanto le dijera; por ser hijo de la mafia no estaba atado a nada más que a su compromiso con LA'Costa. Los mafiosos que preñan a sus amantes acostumbran a obligarlas a abortar en el mejor de los casos, y en el peor... las asesinan.

¿Y si Carmine no me quería lo suficiente como para aceptar esa verdad?

No podía guardar el secreto por siempre, en unas semanas notarían cambios en mi cuerpo y los síntomas eran cada vez más evidentes. En ese lugar no confiaba en nadie, solamente en él. Así que la siguiente ocasión en la que permitieron que hombres y mujeres convivieran, se lo dije.

Me sentí tan aliviada porque demostró comprensión por mí y me dió a elegir si quedarme con el bebé o abortarlo. Me advirtió sobre las consecuencias de cada opción.

Sí decidía quedármelo, debía irme a un sitio apartado para que no atentaran contra mi vida ni con la del bebé. Debía esconderme de su familia y también de sus enemigos.

Y si optaba por abortarlo, estarían las secuelas inevitables. No siempre se garantiza que después de un aborto una mujer pueda tener más hijos; también está la perdida de sangre y los daños que pueda sufrir, los cuales estarán sujetos a semanas, incluso meses, de reposo.

No lo sabía con certeza, pero me había imaginado como madre cuando aún estaba más joven y vivía en Colombia. Esa linda visión se distorsionó cuando comenzaron los procesos de migración e iniciamos otra vida en un país extraño, con mudanzas constantes de una ciudad a otra en Estados Unidos hasta llegar a Italia. Tuvimos que adaptarnos a todo a la fuerza, incluído el idioma.

CARMINE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora