Carmine.
A mis pies permanecen de rodillas, la cabeza gacha. No emiten ningún sonido más que el de sollozar.
Unas intentan aceptar el destino que les tocó.
Otras le temen a lo que les pueda pasar.
Y las últimas son las valientes que creen que pueden escapar.
No mientras yo estoy a cargo.
Todas están aquí con un solo propósito: generar mucho dinero para LA'Costa con sus compradores: todos unos cerdos adinerados que piensan que pueden comprar hasta el mundo entero si quisieran.
Tenemos muchos otros tráficos operando, pero el más grande de todos es el de mujeres, y en su mayoría son menores de edad.
Mi cargo no solo es el de ser cabeza de mis regímenes, porque al ser hermano del Don, tengo deberes en el interior de los negocios de la familia. El sotto no se puede hacer cargo de todo; demasiado pesado para una sola persona. Así que Gianni y él decidieron hace cuatro años que yo sería apropiado para manejar la mercancía, incluyendo la seguridad de las niñas, que es lo más importante. Debo venir a supervisar estos lugares al menos una vez por semana y estar al tanto del reporte de los soldados: virtual y verbalizado.
Mi deber es cuidar de sus necesidades básicas: aseo, alimento, medicamentos, ropa limpia y comodidad. No he tenido problema con ninguna en un buen tiempo, todas están tan atemorizadas por sus captores que no se atreven a hacer movimientos que llamen nuestra atención.
Están clasificadas según edades y castidad. Aquí están las chicas menores entre los doce y los diecisiete, todas vírgenes. Hay otras dos bodegas repartidas en las afueras de Calabria, en donde están las vírgenes mayores de dieciocho años, y las que ya no lo son están todas juntas en una sola, puesto que son pocas porque lo que más vende es la pureza de las jóvenes.
Esta es mi última parada del día, para mi gran alivio.
Como odio los miércoles.
Cada una tiene su cama. Por el día pueden caminar libremente por el gran salón ventilado sin ventanas y solo con dos salidas, sin embargo, a las 8:00 p. m. en punto deben estar arropadas y durmiendo, esposadas a la cabeza de la cama. Son custodiadas día y noche sin descanso por soldados entrenados por la unión militar de LA'Costa: allí es por donde todos los que quieren servir a la famiglia, incluyendo al personal de transporte, deben pasar para ser contratados según el tipo de empleo que tendrán.
Ni siquiera los príncipes de la mafia se salvan de la mano de acero de los altos de esa división.
—A dormir. —Mi voz es demandante, pero tampoco es amenazante.
Ni aunque moderase mi tono, ellas dejarán de temblar con mi presencia. Las que estaban en el suelo se levantan, y todas se dirigen a sus respectivos camarotes. Los custodios se aseguran de que la muñeca de cada una esté esposada correctamente. También cuidamos de que las esposas estén bien limpias para evitar infecciones. No será bueno para ninguno que se enfermen.
¿Cómo puedo dormir por las noches sabiendo que cientos de mujeres y niñas están esperando ser sentenciadas, vendidas a un montón de cerdos que las desecharán cuando se satisfagan finalmente?
No me enorgullece esto. Tengo madre, hermana, sobrinas y... algún día hijas. Le arrancaré el alma a quien se atreva a ponerles un asqueroso dedo encima. Pero esto... esto está más allá de mis manos.
Si yo fuera Don... prohibiría en LA'Costa la trata de blancas.
Hace nueve años intenté convencer a Gianni de que lo dejara, porque mi padre interrumpió este tráfico hace años, cuando supo que sería abuelo de una niña. En cambio, se burló de mí y me llamó "tonto sentimental" delante de los rangos que están por encima del mío. No lo sentía ni por sus hijas.
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CARMINE ©
General Fiction« Incluso los príncipes de la mafia tienen cadenas que los atan » Carmine Acosta es devoto a la familia. Por encima de cualquier indicio de rencor hacia ella está su devoción. Carmine deberá casarse para mantener el apellido de la familia en alto, y...