7 | Terzo

19 2 0
                                    

Ariana.

Ocultar algo de Dionisio Gaitán es tan fácil como diferenciar el agua del veneno a simple vista. Es un hombre muy perspicaz y experimentado. Ha visto de todo en sus cincuenta y seis años y era obvio que en poco tiempo descubriría la tontería que hizo su hijo pródigo. Pero decidí no retrasar lo inevitable, por eso se lo dije yo misma.

Cuando se enteró, entró furioso al cuarto de la clínica que le pertenece a LA'Costa. Habían otros tres que compartían el lugar con Ulises, cada quien en su camilla.

Al ver la ira en los ojos de mi padre, hubo miedo en los suyos. No le dio tiempo de excusarse, no quiso oírlo y solo lo golpeó con su bastón. Se refirió a él como un desvergonzado, latoso, mañoso, apostador empedernido infeliz, entre otros. Lamentó mucho no haberlo disciplinado más cuando joven.

Odio recordárselo, puesto que aún le duele, pero es la verdad. Intentó darle todo cuanto él quiso. Sintió pena por él porque era muy chico cuando nuestra madre se fue. Malcrió mucho a ese muchacho, con la idea de que es sencillo salirse con la suya sin consecuencias. Ahora es distinto; se metió con la prometida de un capo y no de uno cualquiera.

Ya era hora de que alguien me demostrara lo contrario.

—Espero que después de esto hayas aprendido tu lección. —Ulises está apoyado de mi hombro mientras nos dirigimos a su habitación—. Lo que hiciste fue muy grave. No quiero que vuelvas a causarle a papá más decepciones.

Acabamos de regresar a casa de nuestro viejo. Estuvo internado cinco días en la clínica. Le dieron antinflamatorios y sedantes, pero una mierda se ve mejor a su lado. Su rostro está hinchado y violeta, con vendas por los cortes. También tiene vendajes en el área del torso bajo la ropa. En sus manos hay curitas, y el yeso en su brazo izquierdo deberá llevarlo durante dos meses. Además de romperle el brazo y la nariz, el caporegime le fracturó varias costillas.

Los doctores dijeron que debe permanecer en reposo. Durante el tiempo de recuperación se quedará en casa de mi padre y yo me quedaré las primeras semanas para ayudarlo con el idiota de mi hermano. Ya casi es un anciano, no puede hacerlo todo solo.

Agradecí que Carmine me diera tiempo y espacio. Sabe que detesto a Ulises, pero fue fuerte ver cómo le quebró el brazo delante de mí. Nunca pensé que me afectaría tanto, pero... esa gonorrea sigue siendo mi idiota hermano.

Recibo los informes de Giorgio. Se hace cargo de mis quehaceres correctamente mientras cuido del idiota. Pedí una licencia de dos semanas, pero sigo estando pendiente de cada paso. No cambiaré en lo más mínimo.

No perdí el tiempo. En cuanto vuelva al trabajo, debo estar preparada para entrar en acción, puesto que logré infiltrar a uno de mis hombres en la seguridad de la casa de los San Luis. Tengo fe que muy pronto tendré en mis manos el secreto de la prometida del caporegime y me quitaré esta sensación incómoda que tengo sobre esa chica.

Parece que en sus últimos paseos con Carmine ella le dijo la verdad, según lo que Giorgio oyó. Mi espía no tiene un panorama completo de la casa, pero los ventanales son lo suficientemente grandes como para observar los salones de la planta baja y la cocina.

La muchacha tiene muchos pasatiempos que hace dentro de la casa. No tiene interés ni en asomar la cabeza por la ventana, está muy cómoda adentro como para curiosear en el jardín.

Aparentemente, no hay nada sospechoso en ella.

Pero yo no soy alguien que se deja llevar por las apariencias.

Le ordené a mi espía que se acerque lo más que pueda. Si es posible, que se una al grupo de guardias con los que tiene partidas de póker ocasionales y entable conversación. También que se gane la confianza de una de las criadas, y si es encargada de la limpieza mejor.

CARMINE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora