𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈

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༺𝐇𝐈𝐋𝐀𝐋༻

Un gemido fuerte hizo que él sonriera de lado y empujará con más fuerza, Gojo la partiría en dos ahí mismo contra su escritorio si fuera necesario y que el vidrio estalle en mil pedazos. Los lápices y las hojas se perdieron en el piso, Akari puede sentir que está por llegar al punto de placer otra vez y se aferra a sus brazos con fuerza.

—¡Más, dame más!~

Entre suspiros agitados la rubia estalla de placer, pero él no se detiene, continúa administrando su propio placer y satisfacción hasta que dio una última estocada dejándolos a ambos agotados. Cuando se aleja, se saca el preservativo, lo tira en el tacho de basura y se limpia con su propia camisa desprendida, se pone sus boxers para luego recostarse en el sofá de una oficina del club, las luces estaban encendidas como si nada importara a esa hora de la noche.

—¿Quieres tequila? —Ofreció la joven rubia.

—Detesto el tequila para ser honesto.

—... ¿Más vino? —Ella le sonríe con su chaqueta puesta y bebe todo lo que hay en el vaso mientras él se deleita con sus pechos al descubierto.

—No debería beber más, tengo partido en unos días, vamos a España.

—Amo ese país, me gustaria conocerlo.

—Ven conmigo y pasemos el fin de semana.

—¿Si?—Comenta emocionada y se sienta a su lado, acerca su lengua a sus labios para incitar un beso peligroso, Gojo la besa uniendo sus lenguas mientras una mano acaricia su pecho.

───※ ·✦· ※───

Sus días eran siempre de lo más estruendosos, el niño Ren y la pequeña Natsume corrían de un lado a otro y se peleaban por los juguetes que tenían (y no por falta de ellos) sino por puro capricho. Con un suspiro, Utahime se incorporó y se estiró, luchando contra el cansancio acumulado por las noches interrumpidas y el ajetreo diario. Se levantó con determinación, sabiendo que el tiempo apremiaba así que hizo su rutina de cuidado de la piel rápido.

Mientras se preparaba para ir al aeropuerto en su habitación poniéndose sus zapatos, Utahime escuchó murmullos y risas provenientes del pasillo. Sin embargo, los sonidos alegres pronto se convirtieron en gritos y llantos. Frunciendo el ceño, Utahime abandonó la tarea de buscar su chaqueta y se apresuró a buscar a sus hijos. Justo paso una señora que limpia y le dijo que estaban en la habitación de Ren. Al entrar, encontró a Ren y Natsume, enzarzados en una pelea por un juguete. La pequeña, una niña de tan solo cinco años con el cabello oscuro y ojos celestes, con su ceño fruncido y con lágrimas en los ojos, intentaba arrebatarle a su hermano mayor de diez años la muñeca que él sostenía con fuerza.

—¡Deténganse!—dijo con voz firme, tratando de calmar la situación. No obstante, los niños estaban demasiado absortos en su disputa para prestarle atención. Ren tiene el cabello plateado y los ojos grises, se aferraba con fuerza la muñeca, negándose a ceder. Natsume estaba encaprichada, ya que por más que fuera débil en comparación a su hermano mayor, esa pequeña de cinco años intentaba tomarla por la fuerza a como diera lugar porque según su padre “ella es más fuerte que Ren”

—¡Ya basta los dos!—insistió Utahime, acercándose para separarlos. Sus palabras parecían perderse en el ruido de la pelea infantil. Finalmente pudo intervenir tomando la muñeca en disputa y colocándola fuera del alcance de ambos niños. Con tono serio, los miró a los ojos y les recordó la importancia de compartir y resolver sus diferencias sin pelear. Ren bajó la mirada avergonzado, mientras que Natsume hizo puchero amenazando con llorar.

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