Sueño

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Christian estaba en su cama bebiendo un poco de whisky, pensaba en cómo era su vida y primordialmente en su pasado en lo que tubo que soportar desde pequeño sus hermanos y el, sin duda alguna la vida era injusta para la mayoría.

No le gustaba pensar y si pensaba con alcohol en su sistema era peor, aquellos recuerdos de cuando era un niño cuando sus padres lo golpeaban sin ninguna razón o cuando estaban en la calle muriéndose de frío y hambre solo con la compañía de sus dos hermanos era difícil pero aún haci lograron salir adelante.

Suspiro cansado. Fué directo al baño donde se empezó a desvestir tomo una ducha rápida se vistió para salir, quería dar la vuelta no sabía a donde se había metido el imbécil de su hermano. Bajo a la sala. Tomó las llaves de su carro y casa. Cerró la puerta fue directo a su carro Durango color rojo, condujo hacia un bar quería sexo y no se quedaría con las ganas.

En menos de quince minutos llego al bar "the night of sin", entro al lugar viendo culos por doquier, mujeres bellas que vendían su cuerpo ya sea por necesidad o por qué son unas zorras y les gusta el sexo haci de simple.

— ¿Qué te damos guapo? — preguntó una chica con un diminuto vestido que parecía que si se movía de más se rompería por lo pequeño que estaba.

— Una botella de ron y una linda chica para pasar la noche — dijo el castaño con una mirada traviesa y una sonrisa coqueta.

— Enseguida cariño ¿Una habitación o piensas llevarla a otro lugar? — preguntó la mujer.

— Una habitación aquí, y rápido que no tengo toda la noche.

Dicho esto la mujer de grandes atributos lo guío hacia una habitación donde ya lo esperaba una chica pelinegra y su botella de ron que había pedido.

Entro, obcervo la chica era linda de ojos azules, labios carnosos y cuerpo de infarto tal y como a él le gustaban, no era la primera vez que estaba en ese lugar por lo tanto ya sabían sus gustos.

— Quítate la ropa — demandó con voz firme no venían aquí a jugar, la mujer tan solo obedeció.

Se desvistió ante la penetrante mirada del hombre que tenía en frente, el cual se estaba acomodando en el sillón desabrochando se su pantalón dejando a la vista su enorme y creciente erección.

— Ven, te lo vas a tragar todo, no hables si no te lo ordeno y no llores por qué te irá peor — la mujer solo asistió con la cabeza y se puso de rodillas ante él.

Sabía lo que quería, miro su miembro estaba grande, primero lo olió después dejo una lamida en la punta para después lamer por completo su tamaño y finalmente meterlo a su boca, cerró los ojos pero los abrió lentamente cuando él agarro su cabello lo enredo en sus manos para tener el control, empezó a subir y bajar su cabeza ferozmente los gemidos de parte de Christian no se hicierton esperan en cambio la pobre chica se estaba ahogando, una lágrima resbaló por su mejilla Christian la soltó para que tomara un poco de aire para después repetir el proceso, el placer que el castaño sentía era estupendo sentía como llegaba a la garganta de la pobre mujer eso le daba un placer siguió por un rato hasta que se corrió.

— Sube a la cama — la pelinegra subió rápidamente — eso, buena chica — dijo después la volteó y le puso en cuatro, la chica dió un pequeño grito al sentir la mano del hombre estrallarce contra su tracero — Veremos cuánto aguantas.

Se bajó de la cama fue directo al armario que había en aquella habitación saco una fusta de piel, regreso a la cama, miro con lujuria el lindo tercero que formaba un corazón y estrello aquel objeto el su piel.

— Quiero que los cuentes — volvió a azotar el culo.

— Uno — dijo en un chillido de dolor
— dos — gritó un poco más recio, al sentir el azote en su tracero -
— tres, cuatro, cinco — apenas eran cinco y los azotes eran cada vez más recios — seis, siete, ocho — ocho azotes y su tracero ya estaba color carmesí un lindo tono que a Christian le fasinaba sin duda haci se miraba más linda — rojo — logró decir con lágrimas en los ojos los cuales la chica intentaba que no se redamaran al recordar lo que le había dicho ”no llores o te irá peor"

— Mierda — dijo el castaño la palabra "rojo" era la palabra que significa que tenía que parar se usaba para la seguridad de la trabajadoras, pero ¿A quien le importaba la seguridad de esas putas?.

La penetro como mucha fuerza, la chica soltó un grito lleno de dolor. Él no tenía piedad alguna, no la daba, nadie tuvo piedad con el de niño ¿Por qué la tendría ahora?.

Una y otra vez eran la embestida la pobré lloraba mientras que de la boca de Christian salían profundos gemidos.

Empezó a morder la espalda de la chica sin delicadeza alguna. Sangre salía de se entrepierna, de su espalda igual por causa de esas mordidas.

Rogaba internamente que se detuviera, no se atrevía a decirle que parará ¿Por qué pararía? Si se notaba a leguas lo bien que se la estaba pasando de maravilla, solo con escuchar sus maldiciones y sus gruñidos que salían de lo más profundo de su garganta.

El dolor cesó hasta que sintió el líquido caliente correr dentro de ella.

Salió sin ningún cuidado y se dejó caer a un lado de la cama.

— Lárgate — mencionó de modo grocero.

Ni siquiera espero más salió con un dolor inmenso en su entrepierna provocando que cayera al piso, cómo pudo se levantó y se fue con lágrimas en los ojos y un cuerpo muy marcado con golpes.

Cerró los ojos descansando necesitaba recargar fuerzas necesitaba ir lo más antes posible con su hermano para arreglar unos negocios que tenía con Ramsés. Necesitaba su firma, pero el sueño era evidente y las ganas de dormir lo estaban matando.

— ¡Cállate! — golpe tras golpe derecto a la cara de la mujer que estaba tirada en el piso.

— ¡Papá ya basta! — grito el pelinegro.

— por favor — completo el otro niño de apenas 8 años.

— Tú también cállate Christian esto es tu culpa — los dos tenían miedo de que su padre golpeara de más a su madre.

Se acercó con la intención de golpearlo pero su hermano Armando se metió. El golpe fue directo a el ojo. Calló de una al piso.

Los gritos de sus dos hermanos no se hicieron esperar, lo ayudaron a levantarse tenían miedo de que su padre les pegará otra vez.

¿Cual era el problema? Simple ya no lo soportaban un padre maltratador y una madre que por más golpes que él le de dirá que lo sigue amando estaba completamente harto no solo Cristian el menor si no también sus otros dos hermanos. Christian había tomado el valor y le contó a una trabajadora social de su escuela por obvias razones la mujer llamo a su madre y padre ellos lo negaron. Llegando a su casa se desató el martirio.

Mamá — habló el pelinegro se le hacía raro que no se había levantado a ver a su hermano o a decirle su padre que los dejara en paz ella seguía en esa misma posición — mamá — volvió a llamar una vez que su padre ya estaba más lejos — fué temeroso a ella, la tocó, estaba helada muy helada — Armando mamá no se mueve ven — dijo el León  de 8 años, tenían la misma edad.

Se acercó mientras Christian estaba en el mismo sitio temblando de miedo no sabía por qué su mamá no había ido con él a abrazarlo como todas las veces que pasaba esto.

— Está muerta — dijo Armando en un susurro.

¿Qué? — preguntó en un susurro Christian.

— ESTA MUERTA — grito con lágrimas el de ojos verdes — por tu culpa está muerta — no eso no era verdad.

— Yo no la mate fue.. — intentó decir.

— Si, él fue pero por tu culpa si tú no hayas hablado Christian, aún estaría con vida — no no no no no no.

— NO —  grito desesperado.

Se calmó cuando notó que solo era un horrible sueño como siempre un sueño llamado su pasado.

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