Una muerte divertida.

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Nada, no sentí nada por qué la que murió fue ella, no yo. ¿Muy raro cierto?

Bueno pues al momento que disparó esa arma no tenía balas. Pero la de Mundo si, él disparo desde afuera de la reja haciendo que el cuerpo de la chica cayera a mis pies y su sangre manchara  mi cara. Un cuerpo sin vida estaba a mis pies.

Los gritos de todos los presentes no se hicieron esperar.

— Miren quien a ganado nuevamente — todos aplauden pero yo no puedo quitar mi vista del cuerpo de Karen.

La puerta de la reja se abré y tres  sujetos con máscaras de lobos entran.  Uno me sujeta de la mano y me lleva a jalones fuera de ese lugar. Los otros dos de igual manera sacan a la chica como un viejo costal de papas. ¿Qué hicistes Karen?.

— Creo que está mujer tan solo besa a la muerte — continua hablando a través del micrófono.

Ya afuera me dejan en el despacho de sabrá Dios quien.

— No te muevas vendrá en jefe a verte. — me dice el mismo sujeto que me trajo.

Me levanto del asiento una vez que sale y me propongo a mirar a mi alrededor un despacho común con muebles, un escritorio, unas sillas, cuadros y todo lo necesario.

Mi vista se detiene a los cuadros pintados en la pared que están ahí para decorar. Nunca fuí fanática del arte y estos cuadros aún qué llaman mi atención no me gustan del todo.

— Qué curiosa eres — habla una voz a mis espaldas. Volteó de golpe.

Tres hombres que conozco por malas experiencias están frente mío.

— Siempre ganando — vuelve a hablar Mundo — Siéntate — menciona ya que ve que sigó parada en mi mismo lugar. Lentamente camino hacia la silla y me siento frente al escritorio. Ellos imitan mis movimientos los hermanos sentándose al lado mío y él enfrente del escritorio.

— Le dije lo que me dijiste hoy en la mañana — volteó mi cabeza hacia el lado derecho para ver a la cara el pelinegro.

— Silencio, silencio — mundo lo calla — Yo me encargo — se acomoda en la silla — Es interesante lo que propones, pero tengo curiosidad ¿Qué pretendes?

— ¿No es obvio? — sus ojos me queman y su sonrisa me da asco.

— No, ilustra me — el contacto visual no se rompe.

— Solo quiero un enfrentamiento, algo casual — ¿Casual? no estoy segura que esto no es casual.

— Continua — me dice a la vez que hace un seña a Christian.

— Verá, nosotras contra ustedes.

— ¿Quiénes son "Nosotras"?  — Christian se acerca a él y le sirve un trago.

— Nyssa, la rusa, Antonella y obviamente yo — sonrie burlonamente.

— ¿La viejilla también contra nosotros?— aprieto mis uñas

— Si, cómo ven no tenemos mucha oportunidad — hago una mueca aún me duelen los golpes y un poco más la cabeza.

Él me mira como si quisiera ver lo que pienso. Ver los secretos que esconde mi alma.

— Y... Si saben que no tienen oportunidad contra nosotros ¿Por qué quieren suicidarse? — pienso mi respuesta. Puede que sea un suicidio.

— Queremos una muerte divertida.

— Si haci lo quieren está bien — sonríe mientras aplaude — Les doy una semana para que se recuperen la rusa lastimosamente tubo un aborto — reprimo una mueca cuando el recuerdo me invade. <<Entonces si estaba embarazada>> piensó —y bueno pues tú, mandaré que te curen, que te revisen para que estés en buen estado si, no esto no será divertido.

— Las reglas son simples se jugará en la noche, en una casa lejos, es grande de tres pisos sin cantar el ático y sótano pero que también se pueden usar — el castaño hace una pausa, para después continuar — ustedes empiezan sin armas pero estas estarán escondidas en la casa. Nosotros si empezamos con armas.

Pongo atención a todo lo que sale de su boca.

— Es simple en la noche es para cazar una vez que la noche terminé y no nos han mandado a la otra vida, nosotros las mandaremos a ustedes — Dice Mundo encendiéndose un cigarrillo.

Si que tienen confianza en ellos mismos. Se ve que piensan que no podremos hacerle ni un rasguño.

— El chiste es que solo un equipo puede quedar vivos, no se trata de sobrevivir si no de matar  — completa León — Si nos llegan a matar que lo veo muy difícil — responde juguetón — entonces tienen su libertad pero si no todas morirán.

Una lágrima sale de mi mejilla.

— Es un trato — Cuando llegue a este lugar pensaba que le estaba vendiendo mi alma al diablo, pero solo se la rente y es momento de que me la devuelva.

Estreche su mano sintiendo como me quemada.

— Bien, Liria te ayudará a bañarte y curar tus heridas — Bañarme ¿Hacé cuánto que no me bañó? Creo que desde la última vez que trabaje para él.

Entro una chica joven con un maquillaje exagerado y con una minifalda que no dejaba mucho a la imaginación. No pasó desapercibida ya que se llevó la mirada de los hombres de esta habitación.

Me levanto de mi silla dando media vuelta y sin mirar atrás camino con un poco de dolor en mi espalda. Y pensar que dentro de una semana pondré fin a este estilo de vida... O bueno eso espero.

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