Dalas Review (mini)

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Perdonen la tardanza, he tenido la mente ocupada, y muy pocas ganas de coger.
Espero les guste.

El cenizo sentía el aire moviendo su cabello corto mientras asomaba lentamente su mejilla por la ventanilla del taxi que lo llevaba a su destino. Su celular vibraba por notificaciones de haters, fans y sobre todos ellos Aaron Mercury, el cual lo esperaba ansioso en uno de los tantos moteles de Cancun.
Lizy estaba en París, haciendo cosas importantes con marcas de maquillaje, confiando ciegamente en el maricon de closet que tenía de novio.

Dalas bajo del taxi y fue transportado por los operadores del Motel a la Suite en la que Aaron se encontraba, los nervios se lo comían, tenía los ojos en el camino mientras en cada paso se le erizaba la piel y sentía subir escalofríos por sus piernas. Lo despacharon, la regadera estaba abierta y Dalas estaba observando la habitación mientras permanecía tranquila a la ausencia de Aaron.

— Mejor no molesto — susurro y le puso llave a la puerta de la habitación para luego abrir sus maletas y sacar las cosas que Aaron le pidió para su encuentro.

Se escucharon las delicadas gotas que viajaban por su cuerpo caer con fuerza contra el suelo y esa voz calmada que lo hacia emborrachar de placer choco contra su conciencia — Oye, que bien... Eres obediente... — una sonrisa se mostró en su perfecto rostro de niño fresa.

Balbuceo un poco, de los nervios empezó a temblar — Si... — murmuro con manos temblorosas manteniendo su mirada baja, al momento sentía el aliento tibio del joven detrás de la oreja, lo cual lo dejo petrificado.

— Tal vez quiero que subas... Ya... — susurro, a Dalas se le puso la piel chinita apenas escucho eso, Aaron se dirigió a la cama sentándose al borde, mirando a el cenizo quien estaba arrodillado frente a la maleta aún — Espero no tener que repetirlo...

El mayor se levanto con el cuerpo tenso, sus ojos demostraban sus nervios y su respiración estaba algo agitada, ¿tenía miedo? ¿A qué?

— Pareces un perro, callate, me das asco —escupió sin más con una mirada fría sobre el cenizo, Dalas se mordió la lengua y camino tras Aaron para sentarse en su regazo con la mirada baja pagada a la toalla que Aaron tenía en la cintura — Mal — dijo Aaron inclinando su cabeza hacia atrás con una mueca de disgusto — Me estas haciendo enfadar, hazlo bien...

Dalas se levanto de vuelta y viendo a Aaron empezó a desvestirse, sus ropas anchas empezaron a caer mostrando que el de piel pálida tenía varios vibradores de clitoris pegados a lugares específicos de su cuerpo, eso le sacó una sonrisa a Aaron que tenía la mirada sobre los boxers de Dalas.

— Quiero ver tu... — susurro con una sonrisa pícara y un sonrojo suave — Acercate... — pidió con una voz más amable y sensual, alzo ambos brazos, Dalas camino con cuidado hacia Aaron el cual abrazo las caderas del cenizo con sus palmas y empezó a jugar con el elástico del boxer.

Dalas observaba con vergüenza desde su lugar, Aaron se iba  acercando a su cuerpo dando besitos desde su ombligo y bajando a si pelvis lentamente, el mayor hacia el esfuerzo de no acariciar su cabello o rostro.

— Me gusta como hueles... — susurro deslizando las yemas de sus dedos a través del elástico de la ropa y tocando su pelvis y llegando hasta el vello púbico y la base de su miembro haciendo que la espalda de de Dalas se enderezara con firmeza.

Dalas soltó un gemido suave al ver a su miembro ser liberado de la ropa, el cual también tenía un vibrador bajo su segunda cabeza, Aaron esbozo una sonrisa burlona y alzo la mirada.

— Dámelo y recuestate — ordeno señalando la cama la cual tenia otros juguetes más de los que el había colocado.

Dalas se recostó, Aaron podía apreciar su cuerpo completamente, pasando los dedos por sus piernas para abrirlas e ir dando suaves cariños hasta llegar a las partes sensibles del cenizo, donde dio un apretón suave en sus testículos viéndolo a los ojos para disfrutar de como reaccionaba a sus cariñitos. Aaron tomo los controles de los vibradores que estaban pegados a su cuerpo y los encendió, viendo como Dalas pegaba un brinco al sentir el placer a flor de piel, apretó las sábanas empezando a jadear.

El libro rompemadres. [Only Porn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora