Jorge el curioso

801 24 37
                                    

Capítulo dedicado para @analiawolf mientras lo escribía me di cuenta del asco que me daba así que les hice un favorsito dejándolo corto.

Otro cierre, el Alba se apreciaba por las montañas, el centro veterinario del zoológico era el único activo con su vigilante nocturno. Ted, el hombre delgado de sombrero amarillo cuyo unico trabajo era desplazarse por el zoológico para cuidar a los animales.
Aunque... Aveces, era totalmente aburrido, pero conseguía maneras para divertirse.
Los otros empleados habían notado que Ted estaba empezando a tener ciertos cambios, había empezado a adelgazar de una manera enfermiza que lo hacía ver como un cadáver, se notaba que no se bañaba, puesto que su olor era repugnante, putrido, que se notaba a una gran distancia. Y que habían empezado a desaparecer algunos desechos de animales.
En su mayoría, muertos.
Cadáveres en descomposición.
Pero nadie sospecharía de él tranquilo Ted.

Quien a altas horas de la noche en su casilla de vigilancia rasgaba telas de ropas de mujer mientras comía su platillo favorito, eces de elefante, que a según su sabor era de ser mundialmente reconocido, en su dañada cabeza.

Sus manos temblorosas colocaban suavemente la tela sobre el delicado cuerpo de su amante. Tomo un lápiz labial y lo repaso por sus labios con una sonrisa temblorosa conformada por sus dientes podridos y algunos restos de las eces que quedan en ellos.
Tomo un aplicador y coloco con suavidad sombra de ojos en su párpado.

— Eres hermosa — babeaba mientras hablaba sin poder retenerse por sus impulsos.

Claramente ningún ser vivo podría mantenerse en el mismo cuarto con un ser como el, pero tampoco significa que Ted, prefiriera estar con personas como él.

Hubo algo que llevo a Ted a trabajar en un zoológico, alguien que ya había tenido problemas con sus fetiches y que haya sido tan fácilmente aceptado en un trabajo no es algo común. A Ted ya lo habían arrestado antes por haber irrumpido en un Panteón y haber practicado sexo necrofilico con el cadáver recién enterrado de una mujer de 90 años.
Claramente estos fetiches se deben a episodios de su infancia en el que su padrastro hacía cosas raras con el, pero lo dejaré para otro contenido.

Ted se abalanzó sobre el pequeño y peludo cuerpo de su amante, excitado y dándole un beso apasionado sintiendo sus pequeños dientes con su lengua, los pantalones estaban tan apretados. Quería follar, lo quería y lo tendría.

Se dedicó una vez más a observar el cuerpo del mono capuchino en descomposición al cual le había arrancado la cola para poder seguir teniendo relaciones sexuales con el.

Podía ver los gusanos saliendo de sus ojos, y le encantaba.

¿La razón de la muerte del mono? Fácil, el pene de Ted.

Desabrocho sus pantalones con desespero — Oh si... — saco su miembro y empezó a masturbarse soltando pequeños gruñidos —. ¿De quién eres? Oh por favor zorita ¿de quién eres? — decía excitado a morir.

Creo que piensa que le van a responder.

Tomo el cuerpo del mono y su miembro con cuidado, empezando a perforar con el mismo la única entrada libre que tenía, incluso su cabeza empezando a gemir cada vez que se adentraba más adentro del cuerpo del mono.

Esto me está dando asco.
Sentía cosquillas cuando los gusanos se retorcían en su pene, tan deliciosas.

— ¿Te gusta? ¿Te gusta mi pene? — empezó a moverse dentro del mono sin frenesí —. ¿Quieres que pare? Ah... Me encanta, te sientes bien... Eres fantástica — siguió el ritmo moviéndose gustoso por el sentimiento que le causaba el mono.

Les haré el sufrimiento corto yo tampoco quiero esto.
Su dañada cabeza realmente le hacía pensar que le responderían, el placer que sentía en su cuerpo lo hacía querer explotar, colocó una mano en la pared mientras seguía embistiendo a su amante, entre gruñidos y halagos sumamente negativos y repulsivos.
El sonido de sus embestidas bruscas y gruñidos era lo único que resonaba por la habitación, pero al final se acabaron rápidamente al venirse dentro del cadáver, veía como los gusanos salían despavoridos del cuerpo y varios líquidos pestilentes también.
Saco lentamente su miembro del cadáver que llevaba algunos gusanos y manchas extrañas de líquidos raros, sonrio al ver como el semen que dejó dentro de su amante salía a chorros con otros líquidos.

— Estas toda mojada — dijo lujurioso —. ¿Te gusta? ¿Ah? ¿Te gusta mi gran pene perra?

Alzo una ceja mirando al cuerpo frente a él con éxtasis recorriendo todo su cuerpo.
Pero unos golpes en su puerta interrumpieron su teatro.

— ¿Ted?

(CONTINUARA CLARAMENTE NO ES UN EXCUSA PARA DEJARLO HASTA AHI, MENTIRA SI ES JAJAJA)

El libro rompemadres. [Only Porn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora