Llevo años encerrada aquí, en cuatro paredes de tablaroca; ocasionalmente me tocan para desnudarme y lavar mi vestido, pero jamás he cambiado nada en mi clóset. Llevo años abrazando personas, pero ninguna de ellas me ha agradecido en toda mi vida, cuando los suyos vienen a visitarlos los ven en este estado precario digno de esas estúpidas cuatro paredes, siempre limpias, silenciosas y asfixiantes.
Soy casera casi todos los días, tengo que aguantar que mis turistas me insulten y limpio las lágrimas de sus heridas, pero ¿Cuándo?, ¿cuándo será que me regalen a mí un abrazo? Yo también lloro, aunque ni mis turistas ni mis dueños me vean llover. Ahí viene esa china de nuevo, en pocas horas ya se ha plantado como mil veces aquí, pero ahora viene diferente, le cambió la máscara. Me toma de mis faldas y llora desconsolada, pero cuando mi dueña entra a la sala, la china se calla, finge que no se ha arrodillado ante mí, le acaricia las mejillas a mi turista y de marcha sin darme las gracias. Comprendo entonces que es porque mi vecina ya sonó su alarma y ya se llevan a mi turista.
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𝙄𝙉 𝙈𝙔 𝙃𝙀𝘼𝘿
Puisi¿Qué ocurre? ¿Por qué de nuevo me llenan las ganas indestructibles y feroces de atrofiar mi rutina de sueño para escribir...? ¡Qué importa! Voy por mi café. Mi poesía, la que se me ocurre en lo más profundo y oscuro de la madrugada. • únicamente p...