El loco más cuerdo del mundo

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Otra vez

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Otra vez. Otro retumbar en mi vacío pecho. Otra vez, otro grito afónico de la luna que me hace entorpecer las muñecas. El rocío perlado de las nubes agrietando la calidez de cuatro paredes enlamadas. Musgo adherido a mi cuerpo. Busco refugio en la locura, queriendo estar tan cuerpo como el violín aquel que con sensatez aprendió a tocar La Campanella y guió al violinista en su labor.

Otra vez me aferro a mí mismo, queriendo permanecer vivo, deseando no morir, pero esa encantadora vista me poseé: una mesa vieja y un trozo de papel amarillento, abandonado, abandonado como yo.

Violines en mis oídos sordos, en mi boca muda, en mis ojos ciegos; violines se apoderan de mis manos y marcan la melodía más hermosa que jamás haya escuchado.

Me desnudo bajo el ojo de Dios, buscando la locura con mi pecho vacío, má como no puedo poseer a la luna como ella a mí, dejo que mis manos tomen su lugar; mi corazón se ha convertido en un violín.

Dejo mi martirio de inseguridad, convirtiéndome en una vestía amorfa que por corazón lleva un violín, por piel lleva plumas y por bolígrafo ha arrancado una cuerda de su pecho. ¡Y qué! Si mi locura me brinda la tinta de tantos colores tan varios como el follaje de mi cuero.

Y con las lágrimas de la noche bañando mi habitación me replico a mí mismo una y otra vez. Otra vez, otra vez, otra vez. Y dejo a esos pedacitos de mí conocer el mundo, el mundo que yo como demente jamás tendré derecho de mirar otra vez. Pero me surge la duda de cómo he creado obras tan hermosas… Si yo soy un monstruo.

𝙄𝙉 𝙈𝙔 𝙃𝙀𝘼𝘿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora