Capítulo 7

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He vuelto y posiblemente actualice más seguido, no sé todo depende de los días libres que me den.

Aquí les dejo el primer capítulo del maratón espero que lo disfruten y comenten que les pareció.

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-¿Qué hay entre Marcus y tú? -pregunta Hillary a la mañana siguiente mientras rebusca entre el montón de ropa que ya se ha acumulado al lado de su cama.

Me resisto al impulso de doblársela.

-En realidad, no hay nada. -Me levanto y enseguida pongo manos a la obra.

-¿Potencial? -Se pone un pantalón de chándal y se anuda el cordón sujetándolo al nivel de las caderas.

-Tal vez.

El año pasado, Hillary rompió con Corey, que había sido su novio durante cuatro años, un hombre guapo, inteligente y estupendo en todos los sentidos. Pero Hillary estaba convencida de que, por buena que fuera su relación, no era lo bastante buena. «No es el mío», decía una y otra vez.

Recuerdo que Laura la informó de que tal vez modificara su opinión cuando llegara a mitad de la treintena, una afirmación que tanto Hillary como yo criticamos detenidamente más tarde. Era un «laucysmo» clásico, carente de tacto. Sin embargo, conforme pasa el tiempo, no puedo evitar preguntarme si Hillary no cometió un error.

Aquí está, un año después, metida en
infructuosas citas a ciegas mientras, según los rumores, su ex se ha trasladado a un ático en Tribeca, con una estudiante de medicina de veintitrés años que es clavadita a Cameron Diaz. Hillary afirma que no le importa. Me cuesta mucho creermelo, incluso en alguien con su fuerza. En todo caso, no parece tener prisa en encontrar sustituto a Corey.

-¿Potencial veraniego o potencial a largo plazo? -me pregunta, alisándose el pelo, corto y pelirrojo, con las manos.

-No lo sé. Puede que potencial a largo plazo.

-La verdad es que anoche parecían una pareja total -dice-. Allí, bailando.

-¿Sí? -pregunto, pensando que si parecíamos pareja, Daniela debe de saber que no pienso demasiado en ella.

Asiente, coge su camiseta con la leyenda «Desafío Corporativo» y huele los sobacos antes de lanzármela.

-¿Está limpia? Huélela.

-No voy a oler tu camiseta -digo, devolviéndosela-. Eres una ordinaria.

Se echa a reír y se pone su camiseta, que evidentemente está limpia.

-Sí... Los dos estabais allí, susurrando y riendo. Pensaba que seguro que anoche lo hacían y que tendría la habitación para mí sola.

-Siento haberte decepcionado -replico riendo.

-Más lo decepcionaste a él.

-No. Solo me dijo buenas noches cuando llegamos a casa. Ni siquiera me dio un beso.

Hillary sabe lo del primer beso.

-¿Por qué no?

-No lo sé. Me parece que los dos vamos con tiento. Tendremos mucho contacto entre ahora y septiembre... Ya sabes, él también está invitado a la boda. Si sacamos las cosas de quicio, puede ser un mal asunto.

Me mira, como si sopesara lo que he dicho. Por un segundo, me siento tentada a contarle lo de Daniela. Confío en ella. Pero no lo hago, razonando que siempre estoy a tiempo de decírselo, pero no puedo «desdecírselo» y borrar la información de su mente.

Something BorrowedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora