Capítulo 9

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Evito a Laura durante tres días, algo muy difícil de lograr. Nunca pasa tanto tiempo sin que hablemos.

Cuando al final consigue hablar conmigo, le echo la culpa de mi ausencia al trabajo, le digo que he estado increíblemente desbordada —lo cual es verdad—, aunque también es verdad que he encontrado mucho tiempo para soñar
despierta con Daniela, llamar a Daniela, enviar e-mails a Daniela.

Me pregunta si estoy libre para el brunch del domingo. Le digo que sí, decidiendo que más vale que resuelva el encuentro cara a cara de una vez. Quedamos en encontrarnos en EJ's Luncheonette, cerca de mi casa.

El domingo por la mañana, llego la primera a EJ's y noto con alivio que está lleno de niños. Su alegre clamor proporciona una distracción y hace que me sienta un poco menos nerviosa. Pero todavía estoy hecha un manojo de nervios ante la idea de pasar un rato con Laura.

He conseguido eludir mi sentimiento de culpa evitando pensar en ella, fingiendo que Daniela está soltera y que hemos vuelto a la facultad, antes de que se me ocurriera la gran idea de presentársela a Laura. Pero esta táctica no
funcionará esta tarde. Y tengo miedo de que el tiempo que pase con ella me obligue a cortar con Daniela, algo que no deseo hacer.

Un momento después, Laura entra a toda marcha, con su enorme bolso negro de Kate Spade, el que usa cuando tiene muchos recados que hacer, en especial de la variedad boda. Por supuesto, veo que por la parte de arriba del bolso asoma la conocida carpeta de color naranja, llena a desbordar de recortes de revistas de novias.

Se me encoge el estómago. Me había preparado para Laura, pero no para la boda. Me saluda, besándome en las dos mejillas, al estilo europeo mientras yo sonrío, esforzándome por actuar de forma natural. Se lanza a contarme una historia sobre la cita a ciegas de Claire, la noche antes, con un cirujano llamado Skip. Dice que no fue
bien, que Skip no era lo bastante alto para Claire y que no le preguntó si quería postre, poniendo así en marcha su radar detector de tipos agarrados.

Pienso que, a lo mejor, el único radar que se puso en marcha fue el de Skip para detectar «esnobs aburridas». Es posible que solo quisiera irse a casa y huir de ella. Sin embargo, no le
ofrezco esta idea, porque a Laura no le gusta que critique a Claire, a menos que la haya criticado ella primero.

—Es que es demasiado exigente —dice Laura, mientras nos acompañan a nuestra mesa—. Es como si buscara cosas que no le gustan, ¿sabes?

—No hay nada malo en ser exigente —contesto—. Pero ella tiene unos criterios muy estrechos.

—¿Qué quieres decir?

—Que puede ser un poco superficial.

Laura me mira sin entender.

—Lo que digo es que le importa demasiado el dinero, las apariencias y las relaciones que tenga su cita. Está limitando mucho su selección... y sus posibilidades de encontrar a alguien.

—A mí no me parece que sea tan exigente —dice Laura—. Habría salido con Marcus y él no está bien relacionado. Es de no sé qué triste ciudad de Wyoming. Y empieza a ralearle el cabello.

—Montana —corrijo, maravillándome de lo superficial que parece Laura. Supongo que ha sido así desde que llegó a Manhattan, tal vez incluso lo ha sido durante toda nuestra vida, pero a veces, cuando conoces a alguien bien, no lo ves como es en realidad.

Así que creo sinceramente que me las he arreglado para no enterarme de esta parte fundamental de su personalidad, quizá porque no quería ver así a mi amiga más íntima. Pero desde mi conversación con Johan, sus inclinaciones a ser mandona y superficial parecen haberse magnificado y que ahora me sea imposible pasarlas por alto.

Something BorrowedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora