Capítulo 8

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El resto de la semana pasó volando entre entrenamientos con Sam y papá, turnos para proteger la frontera y visitas a mis amigos.

Leah seguía enojada conmigo y no me dejó siquiera acercarme a ella, al parecer necesitaba más espacio, y aunque me doliera no poder hablar con ella, debía dejarle un tiempo para pensar.

Jacob y Quil, me hablaban pero muy poco, supongo que le tenían mucho miedo a Leah, increíble lo que ésta chica podía lograr, y Seth, él siempre me saludaba con una sonrisa y un abrazo, me dijo que no importaba lo que su hermana dijera, que él sabía que yo debía tener muchas razones y que en realidad Leah no estaba tan enojada, solo era muy orgullosa.

Así que pasé mucho de mi tiempo libre con Ángela, ella sabía como distraerme de todo y le agradecía por eso, no sabía como contarle lo que me había pasado, Billy una noche me había dicho que no debía contárselo a nadie pero no quería mentirle a ella, Charlie ya lo sabía, los chicos de la reserva eventualmente se enterarían pero Ángela estaba muy alejada de todo ésto, tendría que decírselo solo si era absolutamente necesario.

No había vuelto a ver a la pequeña Cullen, y aunque sólo la había visto dos veces era de ese tipo de persona que te deja marca por su forma de ser y me hubiera gustado verla de nuevo, a ella, y por supuesto a su hermana.

En fin, ya era sábado de nuevo, una semana aquí en Forks y había sido la mejor decisión que había tomado hasta ahora, me dirigía a la reserva para entrenar con Sam, aunque él decía que ya lo hacía perfecto y que había aprendido muy rápido insistió en que era mejor no dejar de entrenar cuando cualquier cosa podría pasar, y le di la razón en eso.

Llegué un poco antes para poder pasar tiempo con mis amigos, algo se sintió diferente en el ambiente de repente, Sam se acercó a mí lentamente, y me tomó del hombro.

- Leah está a punto de transformarse, debemos ir a ayudarla, al ser el Alfa solo yo debería acompañarla pero creo que sería mejor si vamos los dos, tú eres su amiga, tal vez sea más fácil si escucha tu voz primero, la mía podría alterarla - Asentí de acuerdo - Sígueme.

Nos fuimos acercando a la casa de Leah lentamente, no queríamos alterarla con sonidos muy fuertes, estaba vacía así que fuimos directamente al patio trasero donde podía escuchar gruñidos y sollozos.

La vi ahi tirada retorciéndose del dolor tal y como yo estuve hace unos días, Sam asintió en mi dirección así que comencé a acercarme a ella que pareció no haber notado mi presencia.

- Lee, aquí estoy, soy Bella - Sus ojos se abrieron ligeramente para verme.

- ¡No te acerques!¡No me toques! - Gritó, eso había dolido.

- Por favor, Leah, quiero que me escuches - Ella no dijo nada más - Necesito que te tranquilices, deja que tu cuerpo se relaje, sé que te está doliendo pero por favor, limpia tu mente y solo deja que el lobo salga, después de eso te sentirás mejor - Me estaba escuchando, su respiración se estaba normalizando y luego de un momento en el que se escucharon sonidos de huesos romperse, un lobo más pequeño que el de nosotros estaba frente a mí, debía admitir que era hermoso, tenía el pelaje gris claro, era un poco más delgado pero eso solo lo hacía lucir casi elegante y sus ojos eran de un color café oscuro.

- Por favor, Leah, quiero que me escuches - Ella no dijo nada más - Necesito que te tranquilices, deja que tu cuerpo se relaje, sé que te está doliendo pero por favor, limpia tu mente y solo deja que el lobo salga, después de eso te sentirás mejor...

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Soulmates (Rosella)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora