Capítulo 9

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Entré al salón, me sentía nerviosa pero mi lobo aún más, estaba ansioso, yo estaba mirando para todos lados buscándola. Me fijé que al fondo había una silla vacía, justo al lado detrás de un gran cuadro pude distinguir la cabellera color oro.

Me acerqué, mis pasos se sentían apresurados pero al mismo tiempo sentía como si todo estuviera en cámara lenta, no sé si ella sintió mi presencia o que fue lo que pasó pero asomó su rostro y finalmente pude volver a verla a los ojos.

Todo se vino abajo en mi interior cuando contemplé fijamente a la rubia con rostro de porcelana. Vi cortadas de un único y veloz tajo todas las cuerdas que me ataban a mi existencia, y con la misma facilidad que si fueran los cordeles de un manojo de globos. Todo lo que me había hecho ser como era (mi amor por mi padre, mi lealtad hacia mi nueva manada, el amor hacia mis amigos, el odio hacia mis enemigos, mi casa, mi vida, mi cuerpo, desconectado en ese instante de mí misma) se cortó y salió volando hacia el espacio... Sentí como si la gravedad se moviera... de repente. Ya no es la tierra que me retiene aquí, ella es quien lo hace... Me convertiría en lo que ella necesite que sea, si importar si fuera un protector o un amante, o un amigo. Mi lobo estaba emocionado y feliz, había encontrado a mí impronta.

Caí de rodillas en medio de la clase, no me importaban las miradas que me daban los demás, la única mirada que necesitaba era la de ella sobre mí, la cual tenía los ojos muy abiertos y confundidos, supongo que todo el espectáculo que estaba dando era raro.

Ella parecía fuera de lugar como si nunca antes alguien hubiera llamado su atención de esa manera, por algo la llamaban la reina del hielo, luego yo fui la sorprendida al verla levantarse y tender su mano hacía mí, me tomó lo que parecieron minutos el poder tomarla.

No quería volver a soltar su mano, que aunque estaba inhumanamente helada lograba apaciguar el calor en mi interior, me sentí en total calma, me sentía increíblemente ligera.

Me levanté finalmente sin siquiera pensar en soltar su mano, ni en apartar mis ojos de los dorados, y ella parecía tener el mismo pensamiento rondando en su cabeza.

- Ángel...- Aclaré mi garganta - Perdón... S-Soy Isabella Swan - Dije en un susurro que quizás nadie podria escuchar pero ella lo hizo.

- Rosalie Hale - Respondió con su angelical voz, se veía más hermosa que la primera vez que la vi. Me gustaba que fuera algunos centímetros más baja que yo.

Luego, como si mi toque la quemara soltó mi mano dejándome una sensación de vacío, por un momento creí que volvería a tomar mi mano, pude ver cierta duda en sus ojos pero al final se alejó y volvió a su silla mirando con el ceño fruncido a todos los alumnos que estaban observándonos haciendo que automáticamente girarán su rostro para otro lado.

Solté un suspiro que ni siquiera sabía que estaba conteniendo. Quería salir y gritar a los cuatro vientos que había encontrado a mi alma gemela, mi lobo quería correr y aullar a la luna para agradecerle por éste increíble regalo.

En su lugar solo tomé mis cosas del suelo y me senté en el asiento libre a su lado, quería mirarla pero no quería asustarla. Los humanos no sienten la misma intensidad de la impresión al comienzo, así que debía darle tiempo para asimilar todo.

La clase comenzó, estaban dibujando los típicos tazones de fruta así que me puse manos a la obra para tratar de replicarlo perfectamente. Tenerla a mi lado me daba calma pero al mismo tiempo me sentía ansiosa por hablar con ella.

- Alice me habló mucho sobre tí - Dije tratando de iniciar una conversación.

- Eso no es cierto - Dijo secamente y tenía razón, no habíamos conversado mucho sobre su familia pero no sabía que ella era consciente de eso. La forma en que respondió hizo que me lobo se sintiera triste al igual que yo, ser rechazado por tu impronta era doloroso.

Soulmates (Rosella)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora