La cámara

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El descubrimiento de Juan dejó a todos helados. Ahora sí que había material para investigar y,  sobre todo, un motivo para hacerlo. La desilusión del último día de proyecto se había disipado por completo.

Cuando sus amigos se fueron, fue corriendo a la sala de estar donde se encontraban Magda y Miguel.

— ¡No os lo vais a creer!

Por su tono, ambos sabían que Lucía tenía algo importante que decir.

— Abuelo, ¿cuándo fue la última vez que usaste esa cámara?  La de arriba, la que había al lado de los negativos que hemos revelado para mi proyecto.

Los ojos de Lucía estaban abiertos como platos. No pudo evitar inclinar su cuerpo  hacia  delante mientras hablaba, creando un ligero arco en su espalda. La vena yugular parecía salirse de su cuello. Al verla, Magda miró a Miguel buscando consuelo. Era obvio que algo importante ocurría.

Miguel dudó. Usó el sillón  en el que estaba sentado para acomodar sus ideas. Era difícil saber cuándo fue la última vez. Siendo un fotógrafo profesional Miguel había poseído decenas de cámaras. Algunas las dejaba en desuso porque ya no le servían, porque algún mecanismo interno había dejado de funcionar o porque, para adaptarse a la vanguardia, había optado por modelos más modernos para la época. Pero tras unos segundos en los que echó sus pupilas hacia arriba para concentrarse en recordar mejor, manos sobre el regazo y dedos entrecruzados, pareció iluminársele la cara cuando recordó:

— Vamos a ver... —dudó de nuevo—. Creo que esa cámara la dejé exclusivamente para que jugaras. Te encantaba imitarnos a mí y a tu padre. Como ya no la necesitaba,  no me importaba que se te cayera al suelo, ni que se estropeara, ni nada por el estilo. Estabas muy graciosa haciéndote la fotógrafa. —¿Por qué lo preguntas?—. Miguel temió la respuesta.

Lucía pareció atar algún cabo al oír a su abuelo.

— Ah...,  bue... Vale. —Pareció atropellarse—. Es que eso explicaría...

— ¿El qué? —preguntó Magda, que dio un brinco.

— Sabéis que estamos con el proyecto. Y que las fotos que revelamos no contenían nada porque estaban veladas. Bueno, todas menos una y media. Lo único que pudimos obtener fue la esquina de la parte superior de la portada de un periódico, que parecía encontrarse en un coche. Pero no se veía bien. No se podía ver nada, ni del periódico, ni del modelo del coche, ni nada.

— ¿Y? —preguntó Magda.

— Pues que Juan se ofreció para agrandar las fotos en una copistería y ha venido  con una novedad. Resulta que ahora se puede ver  la fecha  del periódico: el 19 de diciembre de 2007.

Y se derrumbó. Estas últimas palabras las pronunció sollozando.

Magda y Miguel se quedaron mudos, inmóviles. Habían sido ejemplares en superar  la  tragedia del accidente de coche en el que su único hijo y su nuera  perdieron la vida. Habían cuidado a su única nieta como verdaderos padres, de manera insuperable. Habían asumido que no verían a su hijo nunca más con una dignidad aplastante, pero lo habían dejado atrás. En todos esos años, hubo un día en  que decidieron no volver al pasado, no recordar, no evocar su recuerdo nunca más. Por su bien, por supervivencia, sobre  todo por su nieta. Pero oír esas palabras los sumió en la más profunda tristeza. Magda tuvo que apretar el reposabrazos del sillón en el que estaba sentada para sujetarse, para no caerse,  también por la rabia que sentía. Miguel no hizo nada. Ni dijo nada. Calló y lloró.

Tras unos minutos de duelo, Lucía volvió a sí.

— ¿Quién usó la cámara ese día? ¿Se llevaron la cámara a algún lugar? ¿Por qué la cámara está aquí? ¡Dios! —gritó.

Nadie la podía frenar. Tenía muchas dudas. Estaba en shock. Magda se levantó para ayudar a su nieta y lo hizo  con la misma contundencia con que un dique de contención impide que una presa se desborde. Con fuerza, con firmeza, con el amor más fuerte.

Esa noche la ayudó a acostarse, pero Lucía no durmió. ¿De qué extraña coincidencia se trataba? ¿Quién usó la cámara del abuelo el día en que sus padres murieron? ¿Habría más pistas escondidas en sus negativos?

Lucía y la cámara olvidada (Libro I Trilogía The Team). Borrador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora