51

3.8K 343 77
                                    

LI

Oliver solo tenía una idea en mente: matar a los asesinos que estaban revisando la casa.

Para su suerte, el lugar era grande, con varios espacios para ser revisados. Eso le daría ventaja para moverse sin ser descubierto.

Había contado a seis hombres. Ya mató a uno, y los demás sabían de su presencia porque se había dejado en evidencia. Eso era lo divertido de cazar: las presas sabían que corrían peligro, y no podían defenderse. Quería que estuvieran nerviosos y a la defensiva, eso lo volvía todo más divertido.

Cuando subió, se aseguró de cerrar la puerta del sótano y bloquearla con el mecanismo. No quería arriesgarse a que otro de los matones decidiera bajar y por casualidad descubriera la salida en la pared. Su prioridad era la seguridad de Daniel, y eso lo conseguiría si se deshacía de aquello que lo ponía en peligro.

Cubrió la puerta con la alfombra y se asomó fuera del pequeño cuarto. No había nadie a la vista y tampoco podía escuchar algún sonido, por lo que salió con sigilo, empuñando el cuchillo de caza en su mano derecha, listo para usarlo en cuanto se le atravesara el enemigo.

Se deslizó por el pasillo pegado a la pared, sin hacer ruido al caminar y enfocado en lo que oía. Se detuvo cuando escuchó el sonido del comunicador y una voz hablando que le indicó la posición de uno. Estaba en la sala, de espaldas a Oliver.

—¿Encontraron algo?

—Negativo. Ya revisé la sala y la cocina. No hay nadie aquí —respondió.

Deben estar escondidos, la casa es grande. Sigan buscando —demandó —. Y tengan cuidado. Parece que hay compañía. No lo maten, será útil para decirnos en dónde están esos dos. No podemos irnos de aquí sin matarlos.

Oliver escuchó el suspiro de fastidio por parte del sujeto. Era claro que estaba irritado con la situación.

«No te preocupes, yo te voy a liberar»

El pensamiento le hizo sonreír cuando salió de su escondite, sin perder el sigilo, y se acercó rápidamente por detrás del asesino que se estaba dirigiendo hacia la otra puerta. Le cubrió la boca y clavó el cuchillo en su cuello, atravesándolo sin más. Lo dejó en el suelo con cuidado para no hacer ruido, y se alejó yendo por la puerta que iba a tomar antes el matón.

Tenía que moverse rápido para evitar que lo descubrieran.

Dos menos. Quedaban cuatro.

Continuó avanzando en silencio por el otro pasillo, hasta que de pronto se detuvo abruptamente al ver que uno de ellos salía por una puerta. Este no lo vio enseguida, pero no demoró en hacerlo.

—¡Carajo! —exclamó haciendo el ademán de sujetar su arma para apuntar a Oliver.

Esa fue la señal que necesitó para correr hacia él y tirarse encima, aprovechando que los nervios y la reducida distancia entre ambos le jugó en contra al tipo, porque cuando pudo apuntarle, Oliver ya estaba sobre él en el suelo. Lo apuñaló repetidas veces en el pecho, tan fuerte y rápido que fue capaz de atravesar el chaleco antibalas.

Para ser asesinos, eran un poco torpes y sin sentido común. Si hubiera usado un cuchillo habría tenido más oportunidad de detenerlo, porque eran mejores en espacios reducidos. Un arma tan grande era inútil a tan corta distancia, y Oliver lo sabía, por eso prefirió no usar una. Si los demás eran igual de idiotas, no tendría problemas en matarlos.

De pronto, sintió algo contra la parte posterior de su cabeza. Se quedó quieto cuando supo lo que era.

—No te muevas —dijo la voz masculina —. Te volaré la cabeza si intentas algo. Suelta el cuchillo.

Malvado | BL © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora