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LII

Keiler no podía disimular su disgusto mientras el coche terminaba dentro del garaje de la casa del maldito doctor. Odiaba que Andrei lo tuviera en cuenta para pedirle ayuda. Jodido el día que terminó en el hospital, y desgraciado Henry que fue el responsable.

«Aunque ahora debe estarse revolcando en el infierno»

Ignoraron el portón automático que bajaba y salieron del vehículo. Daniel ayudó a Oliver a salir entre quejas porque durante el viaje se puso peor. Quizás había perdido más sangre de la que creyeron.

—Aguanta, Oliver —pidió Dani mientras se encaminaban hacia la única puerta abierta. De allí se asomó Sebastian, quién apenas saludó porque inmediatamente se acercó y lo ayudó a llevar a Oliver hacia la casa.

Desde su lugar pudo ver una escalera por la que ellos subieron, mientras él y Andrei se quedaron en el garaje en completo silencio. Observó al fiscal y notó su repentina inquietud cuando este se agachó un poco para ver al otro sujeto todavía dentro del auto. Parecía no estar convencido sobre haberlo llevado.

—Andrei —llamó Keiler, y el fiscal se enderezó y lo miró por encima del coche, desde el lado del conductor —. ¿Ocurre algo?

—No sé si debimos traerlo. Tal vez sea más problemas que otra cosa.

Keiler se fijó en el callado chico que no parecía tener intención de intervenir para defenderse.

—Bueno, tú eres el fiscal. Si crees que no te sirve entonces lo haré desaparecer.

De pronto, sacó la pistola que se había guardado y abrió la puerta de un tirón, apuntando de inmediato al sujeto que no intentó alejarlo, solo se quedó quieto y lo miró mientras su respiración se aceleraba.

Se escuchó a sí mismo bufando de disgusto ante la ausencia de súplicas.

—Qué aburrido.

—Keiler, ¿qué haces? —Andrei rodeó el coche y quedó a su lado en un abrir y cerrar de ojos —. Para ya.

—Dijiste que será para problemas. Mejor lo mato.

—No, carajo. Baja el arma —demandó entre dientes —. Bájala.

—Pero dijiste que no te sirve.

—¡Jamás dije eso! ¡Baja el arma, carajo! —bramó Andrei a su lado mientras agarraba el cañón con una mano sin hacer fuerza —. Keiler, haz caso. No voy a dejar que mates a nadie más, y menos que mates a alguien en casa de Sebastian y lo metas en problemas.

Cuando escuchó el nombre, apretó los dientes con rabia.

—Estoy harto de escuchar que menciones al maldito doctor. Sebastian esto, Sebastian aquello. ¡Deja de mencionarlo! —gritó finalmente. Dejó de apuntar al tipo y se volteó hacia Andrei —. Odio que le pidas ayuda. ¿Por qué lo haces? Si yo estoy aquí, no deberías necesitar ayuda de ese sujeto. Solo porque me salvó la vida no significa que debas ser su amigo.

Andrei lo miró con enfado un momento, hasta que se llevó una mano al rostro y exhaló hastiado.

—¿Acaso sabes hacer suturas? Si sabes, hubieras ayudado a Oliver. Recuerda que pedí ayuda para él, no para mí. Deja tus malditos celos absurdos, ¿quieres?

Malvado | BL © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora