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XXXIV

La noche anterior al incidente del hospital...

Daniel no sabía si molestar a Keiler era lo mejor ahora mismo, pero tenía la necesidad de hablarle.

Dejó a Oliver bañándose y él aprovechó para ir en busca de Keiler. La puerta de la habitación principal estaba entreabierta, y desde el pasillo podía verlo en el balcón, sentado sobre la ancha barandilla de mármol.

Entró al cuarto y se acercó, quedándose en el umbral mientras observaba la espalda ajena.

—Keiler —llamó. Este lo miró de perfil brevemente —. ¿Estás seguro de esto?

—¿A qué te refieres?

—Sobre arriesgarte yendo al hospital.

—Sí —respondió sin dudas —. Estoy seguro.

Daniel mantuvo el silencio un momento mientras pensaba, intentando hallar una respuesta a su interrogante, pero no lo consiguió así que no tuvo de otra que preguntarle a Keiler. Solo él podía responderle.

—¿Por qué te arriesgas tanto por él?

—Pensé que serías el primero en entenderlo —dijo con cierta desilusión que llamó la atención del peliazul. Cuando Keiler se movió en el lugar para dar la vuelta y quedar sentado de frente, solo pudo observarlo expectante —. ¿No te pasa lo mismo con Oliver? Fuiste capaz de pedirme que lo trajera. Desde que saliste del psiquiátrico, lo único que hiciste fue pensar en él. Deberías entenderme.

—No entiendo qué cambió para que empezaras a quererlo. Tú y yo somos diferentes: yo jamás le hice daño a nadie, y me enamoré de alguien que es igual a ti. Ese fiscal… es tu opuesto, durante un año te persiguió sin parar pero ahora intentas ayudarlo porque lo quieres. ¿Por qué? ¿Qué te hizo cambiar?

—No lo sé —dijo, encogiéndose de hombros. Por primera vez, Daniel vio que realmente no sabía la respuesta —. Solo pasó. No sé la razón, solo lo quiero. Si está bien o mal no me importa, yo jamás aprendí la diferencia entre lo bueno y lo malo. Para mí es lo mismo, y Andrei solo es alguien que me hace sentir… bien, como cuando Richard me daba premios por cumplir algún trabajo. Es como un premio por haber aguantado tanto, supongo. Jamás me he sentido bien con alguien, como… si pudiera ser diferente a lo que he sido todo este tiempo. Como si hubiera descubierto una parte de mí que nunca vi antes. Es extraño, pero se siente bien.

—¿Y qué pasa con Henry? Ya debe estar por volver, si es que no volvió ya.

—¿Henry? —repitió indiferente, casi aburrido —. Jamás importó. Lo mataré si se atreve a aparecer o intenta hacerle daño a Andrei otra vez. No pienso volver con él.

Daniel no dijo nada más, pero asintió satisfecho con la breve conversación. Al menos ya no sentía curiosidad por las razones que empujaban a Keiler a hacer lo que pretendía.

Eran las mismas que lo habían empujado a él a pedirle ayuda para recuperar a Oliver.

—De acuerdo entonces —dio por finalizada la charla, dándose vuelta para dejarlo solo.

—Daniel —detuvo Keiler, y él se volteó para observarlo con atención. El asesino bajó de un salto de la barandilla y se acercó —. Necesito dos favores. Los dos últimos que te voy a pedir. Después de esto, podrás hacer lo que quieras: irte lejos con Oliver, o quedarte aquí.

—Nos quedaremos aquí —dijo enseguida —. Al menos por ahora. Bueno, si estás de acuerdo porque después de todo es tu casa.

—No tengo problema.

Malvado | BL © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora