Hangover || Pedri

15 | Madrid es el destino

Lionela Messi
Rumbo a Madrid (4 de noviembre)

Estaba haciendo las maletas para irnos a Madrid, tal vez nos iríamos por unos cuantos meses o quién sabe y sea por mas tiempo o por menos.

Mis padres no sabían nada, no quería decirles para que puedan ver de buena manera a Pedri, aunque no se lo merecía. Les había dicho que íbamos a Madrid por asuntos de trabajo.

—¿Estas lista?— Maca entró de golpe a mi habitación.

—Sos una boluda, Maca— rodé los ojos, —Me hiciste asustar.

Ella se acercó y se disculpó.

Cuando terminé bajamos las maletas hacia la sala, allí estaban mis hermanos esperándome con cara de tristeza.

—Nela, vendrás a visitarnos, ¿Verdad?— preguntó Mateo mientras me tenía abrazada.

—Mati, solo es por un tiempo— baje hacia su altura para darle una abrazo y acto seguido los dos se unieron.

Me levanté a despedirme de mis papás.

—Con cuidado mi pequeña— mamá tenía sus ojos llorosos, —Me la cuidas Maca.

Mamá se acercó y me abrazó.

Papá se unió al abrazo.

—Con cuidado Lio, por favor— besó mi frente, —Marcus te está esperando en el auto.

Marcus.

Mi guardaespaldas iba a ir con nosotras, esa fue la única opción que tenía por parte de papá.

Asentí, no me quedaba de otra.

Me despedí de mi familia y con los ojos llorosos salí de la casa y me embarqué en el auto.

—¿Ya nos vamos señorita Lionela?— preguntó marcos mirando por el retrovisor.

—Si.

Marcus encendió el auto y salimos en dirección al aeropuerto.

|....|

Esperamos la hora para subir a nuestro vuelo, habíamos llegado temprano.

Mientras esperaba, saqué de mi bolso mis auriculares y entonces me perdí en la música.

Cuando unas manos se posan en mi hombro.

Marcus se dio cuenta y se puso de pie de inmediato.

Me di la vuelta y vi de quién se trataba.

Pedri.

—Esta bien Marcus, déjalo.

El estaba junto a Gavi, tenía los ojos hinchados y rojos, nunca lo había visto así.

El se acercó a mi e intento abrazarme pero no me dejé.

—Mi amor— sus ojos de inmediato se llenaron de lágrimas, —No te vayas por favor.

—Pedri— verlo en ese estado hizo que mis ojos automáticamente se llenaran de lágrimas también, —¿Qué haces aquí?

—Vengo a verte mi amor.

—No tienes nada que hacer aquí, ya me lo dijiste todo.

Pedri no dejaba de sujetar mi mano.

—Perdóname mi amor, te amo— suplicó mientras sus lágrimas caían por sus mejillas.

—Intente culparte varias veces, pero me di cuenta que el verdadero problema no fuiste tu, sino la imagen que tenía de ti.

Aparte su mano de la mía e intente irme pero mis pies se habían plantado en el piso, no me podía mover, no quería hacerlo, no me quería ir, pero lo tenía que hacer, necesitaba sanar, sanar el dolor que me había causado.