Nuestro pasado

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"Es mejor que nos mantengamos distanciados..." 

___ despertó con el cuerpo temblando, miró el reloj y notó que eran las 2:30 a.m.

Se volvió a acurrucar en la cama  intentando volver a conciliar el sueño, pero le fue imposible volver a cerrar los ojos.

"¿Por qué simplemente no puedes salir de mi cabeza...?"

Como le resultaba imposible dormir,  se sentó en la cama y encendió la lampara tratando de darle sentido a todo lo ocurrido en los últimos días.

Abrió un cajón esperando encontrar algún tipo de distracción que le permitiera dejar de pensar en König, pero lo único que encontró fue un viejo libro.

La portada estaba descuidada y las hojas eran amarillas y débiles ante el tacto.

 El diario que König y ella compartían desde los 8 años.

Hojeó las páginas leyendo las historias que habían escrito juntos y miró las fotos que habían pegado entre las páginas.

Ella sonrió con la mala ortografía y los dibujos hechos con crayones.

---

El orfanato de St. Pölten era tan sombrío como cualquier otro.

König era uno de los niños más grandes, pero su tamaño no intimido a ninguno de los otros niños. 

De hecho, a menudo lo intimidaban y se burlaban de él.

Hizo todo lo posible para evitarlos, pasando la mayor parte de su tiempo en lugares aislados, comiendo en el baño o en mesas apartadas del resto.

Adam arrojó una pequeña piedra, riéndose cuando rebotó en el hombro de könig.

"Miren, es König, el gran llorón", se burló .

Mientras se frotaba los ojos llorosos con la manga de la camisa, una pequeña figura se paró frente a él.

"Hola". Susurró ___, mirándolo con ojos curiosos.

"¿Estás aquí para tirarme piedras también?" Preguntó mientras sollozaba.

"No."  La pequeña le mostró una pelota y könig cerró los ojos pensando que lo golpearía con esta

"¿Quieres jugar?" Ella sonrió.

"¿Una bola?" preguntó con expresión timida.

"¿Qué hacemos con esto?" Extendió las manos hacia la pelota y miró a ___ con entusiasmo, era su primera vez jugando con alguien más.

"Jeje, ¿Nunca has jugado con una?" Ella lo miró con ojos curiosos.

"No... nunca". Susurró, sacudiendo ligeramente la cabeza.

"¿Cómo juego?" Preguntó cohibido.

"Es muy fácil, simplemente tienes que patear la pelota hacía mí, también la puedes rebotar." La pequeña sonrió.

König observó con asombro cómo la pelota rebotaba de un lado a otro entre ellos.

Después de esa tarde los dos niños se volvieron inseparables, pasaban la mayor parte del tiempo jugando y explorando el enorme orfanato.

Inventaban historias de terror y ficción mientras comían galletas con leche en la cama de él.

La pequeña solía escabullirse en las noches para pasar más tiempo con könig, a menudo él tenía pesadillas sobre su madre y ___ se quedaba a dormir con él, ambos tomados de la mano.

Una tarde ella estaba observando  una flor que crecía entre la hierba muerta del orfanato.

 Mientras ella estaba en su mundo, los ojos de könig estaban enfocados en ella. 

Dejó escapar un suave suspiro, admirando a su amiga.

Le gustaba mirar  como ella  a pesar del entorno lúgubre, podía encontrar belleza en las cosas simples.

La pequeña flor silvestre, apenas visible para los demás, era un recordatorio de vida y esperanza en un lugar oscuro.

"Algún día saldremos de aquí... juntos". Murmuró la niña a könig.

Él asintio en silencio. Se imaginó huyendo del orfanato con ella, adentrándose en las montañas y viviendo en una pequeña cabaña, juntos.

La ensoñación de könig se vió interrumpida cuando  Adam aplasto la pequeña flor bajo su pie, haciendo que ella rompiera en llanto, frotandose los ojos.

König estaba furioso, tenía los puños apretados  mientras caminaba hacia Adam y sus amigos, quienes se reían ante la reacción de la niña

Con un fuerte gruñido, sujetó a  Adam de la camisa levantandolo para que sus rostros quedaran al mismo nivel.

"Nunca... toques... a ___ otra vez", siseó y los niños salieron corriendo asustados.

König se arrodilló frente a ella y la rodeó con sus brazos, sintiendo el calor de su pequeño cuerpo.

Esa misma tarde el pequeño estaba sentado en su cama, intentando dibujar una flor con crayones para ella. 

Le costaba concentrarse, no era muy bueno dibujando y su esfuerzo quedó cubierto de manchas y borrones, pero finalmente logro dibujar la flor que había visto en el jardín.

Caminó hacía ella que yacía sentada sola en un columpio, el chico estaba temblando y sin mirarla le dió el dibujo.

"¿Para mí?" Preguntó ella mientras tomaba el dibujo de las manos temblorosas de König.

Y sin decir una palabra, ___ lo abrazó hundiendo su rostro en el hombro del niño.

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Ella tomó el frágil dibujo entre sus manos, algunas lagrimas cayeron en el papel mientras lo miraba por varios minutos.

"¿Qué nos pasó..?" Sollozó.

Miss You | KönigDonde viven las historias. Descúbrelo ahora