Anotaciones de Nina Martínez, septiembre de 1959
La cripta de los Martínez se encuentra en el terreno más alejado de la entrada del cementerio, medio oculta tras árboles raquíticos y mausoleos de gran porte. A su alrededor hay hierbajos que se niegan a desaparecer y que desistimos de arrancar. En su interior, una división palpable: por un lado, los hombres de la familia, dispuestos ordenadamente en sus cárceles de madera; por el otro, las mujeres olvidadas. Apartadas, como si aun después de muertas fueran peligrosas. Como si temieran los resabios de magia que anidaran en ellas cuando sus espíritus partieran.
Allí descansa madre. Y su madre. Y la madre de su madre. Algunos nombres importantes de nuestro legado, aquellos que no pudieron borrar. El resto de las mujeres de la familia descansa en plazas repartidas en las cercanías, sin refugio que las proteja salvo la tierra misma. Siempre ella siendo progenitora y protectora de sus hijas marchitas.
Las visito para presentar mis respetos y renovar los hechizos colocados en cada una de sus tumbas. Rocío la greda con el líquido ambarino, pronunciando en voz baja las palabras que me han sido enseñadas y que, cuando sea el momento, enseñaré yo también. Renuevo los sellos tallados en las cruces que marcan sus lugares de descanso y, sobre ellos, coloco flores cosechadas del jardín que sigo manteniendo. Un crisantemo para cada una de ellas, resguardadas o no de la intemperie. Incluso para madre, aunque en vida prefiriera que sus flores no fueran cortajeadas para un mísero homenaje. Esos crisantemos eran un signo de eterna resistencia.
Es en el silencio del camposanto en el que dejo que arda mi rabia, postrada ante los vestigios de mi estirpe. El sentido común me ruega que me abrace a mi humanidad. La rebeldía premia mi acercamiento al otro lado. Todavía trato de hallar el equilibrio.
Hechizo para el descanso de las almas
Ingredientes
Dos varas de lavanda
Agua purificada durante la luna llena de agosto
La piel de una naranja, ligeramente chamuscada sobre el fuego
Un trozo de madera de palo santo (para alimentar las llamas)
Una rama de laurel
Procedimiento
Colocar todos los ingredientes en un recipiente de cobre, sobre llamas encendidas en el exterior. Mezclar con la rama de laurel, en sentido contrario a las agujas del reloj. Una vez que el agua esté por romper hervor, apartar del fuego y dejar reposar durante dos noches. Pasado ese tiempo, colocar en frascos de vidrio oscuro.
Este hechizo debe renovarse cada año, en la mismafecha y a pleno día. Solo se requieren ocho gotas para cada alma que decidaprotegerse, derramadas sobre la tierra siguiendo el patrón de un octagrama.
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Guía para la bruja moderna en apuros [Hexes #1.5]
Historia Corta«La magia no es la solución... Casi siempre es el problema». Si de algo saben las mujeres de la familia es de desgracias. Desde tiempos inmemoriales, el don que les fue concedido a todas las de su linaje les trajo más conflictos que buenaventura. Es...