Bienvenidas de otoño

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Anotaciones de Nina Martínez, abril de 1960

Durante los últimos meses me dediqué a cosechar hierbas a la luz de la luna, cuando el descanso no venía a mí. Servía de protección ante las miradas indiscretas que hubiera obtenido durante el día y las constantes preguntas que inevitablemente terminaría recibiendo. En el pequeño cuarto que construimos en el jardín, recorté, machaqué, pulvericé y guardé cada una de mis creaciones. Acrecenté mis reservas para poder estar lista cuando Diana llegara.

Busqué entre las hojas que se desprendieron de este grimorio, en los libros que mantengo al resguardo en una zona especial de la biblioteca (ocultos tras otros títulos más comunes y decoraciones varias) e incluso le pregunté a mi hermana sobre ceremonias que podría practicar una vez que diera a luz. No me arriesgué a realizar ninguno antes de que el parto ocurriera, por si acaso. Las Martínez somos tan dadas al lamento y las desgracias, que prefería aguantarme los dolores y las ganas. Unos meses de angustias eran el mal menor ante años de arrepentimientos.

Solo hallé recomendaciones vagas, advertencias varias y una negativa de Mabel, que ya perdió todo interés en la magia. Es como si nunca hubiera poseído poderes en su vida. Cerró esa puerta y, de alguna manera, esa elección le funciona. No es mi caso. Será que algunas tenemos en nuestras venas una conexión más fuerte, o pesa sobre nuestros hombros un castigo más duradero. No lo sé.

Por momentos, desearía que de mí solo heredara el pelo o los ojos o algo tan trivial como un lunar mal ubicado. Nada de brujerías, ni energías potentes, ni riesgos constantes. Quisiera que Diana tuviera una infancia normal, como la del resto de los niños. Pero son momentos y no una constante. Reniego de lo que somos, y también me aferro a ello. Me queda esperar que ella no deba renegar tanto, que este rito funcione y que su destino no sea malhadado.


Hechizo de bienvenida al recién nacido


Ingredientes

Tres ramitas obtenidas de un nido

Tres hojas de ruda cosechada durante la luna nueva

Tres hojas de salvia cosechada durante la luna nueva

Tres hojas de cedrón cosechado durante la luna nueva

Una cucharada de semillas de amapola, purificadas en el primer día del mes

Sal purificada durante la luna nueva, la suficiente para crear un círculo de protección

Dos velas blancas de cera de abejas


Procedimiento

Dibujar un círculo con la sal y colocar en el centro las velas. Ya prendidas, rodearlas con las ramitas y las semillas de amapola. Quemar las hierbas de a tres, usando una hoja de cada una, a la voz de "las energías de ti libero, al universo me uno".

Practicar ese hechizo a primera hora de la mañana, al inicio del mes. No realizarlo en caso de ser un día lluvioso.

Guía para la bruja moderna en apuros [Hexes #1.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora