Anotaciones de Diana Martínez, enero de 1987
La búsqueda por tratar de descifrar el futuro y obtener respuestas sobre aquello que desconocemos continúa. Es cosa del ser humano, claro, pero cuando se le suma el hecho de ser bruja, la curiosidad mata a tres gatos como mínimo. Las cartas del tarot (y sus distintas variedades), las borras del café, las runas, la numerología, la astrología, los cristales y una larga lista de métodos se han usado a lo largo de la historia para vaticinar lo que está por venir y comprender lo que ya llegó. Una de los métodos que me resulta más interesante y entretenido es el de la interpretación de los sueños.
¿Su utilidad? Cuestionable. ¿Su objetividad? Decididamente nula. Como con todo, nuestros deseos y sesgos juegan un rol importante a la hora de ponernos a dilucidar qué significa el haber soñado con un elefante sacudiendo maracas en el medio del teatro Colón o un jinete sin cabeza cabalgando por el medio de la 9 de Julio. La simbología que se le otorgue a los elementos depende de diferentes factores, hasta del día en el que se esté llevando a cabo la interpretación. Para los psicólogos, los sueños pueden ser el camino de acceso al inconsciente y aquello que enterramos en lo más profundo de nuestro ser, sin que siquiera tengamos conocimiento de ello. Para las Martínez, los sueños son advertencias que, a veces, llegan demasiado tarde.
Con el correr de las distintas generaciones, fuimos acumulando nuestro propio diccionario de simbologías y sus lecturas. No siempre certeras, pero sirven de puntapié inicial para desentrañar el confuso significado de las fantasías de nuestra propia creación. Por ejemplo, la serpiente no es la representación fálica que Freud discutiría, sino signo de una traición venidera o de un engaño que está ocurriendo frente a nuestros ojos, aunque no logremos verlo. Las aves pueden significar la inminente pérdida de alguien o la necesidad de liberarse de ataduras. Soñar que uno está comiendo se traduce en la falta de algo, en un vacío que se debe llenar. Volar implica nuevos inicios o el miedo a enfrentarse a ciertas situaciones.
Todos estos análisis pueden variar y el contexto en el que haya ocurrido ese sueño (¿es una época de estrés? ¿Al despertar trajo determinadas sensaciones? ¿Durante qué fase de la Luna transcurrió?) es imprescindible para evitar conclusiones completamente erróneas. Ahora, en nuestra familia hay una interpretación que nunca tiene fallas.
Una noche en donde lo único que se recuerde aldespertar sea negro absoluto, sin imágenes, sin sonidos, sin nada más que laoscuridad continua... Las Martínez sabemos que, cuando eso sucede, la muerte no vaa tardar en tocar nuestra puerta.
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Guía para la bruja moderna en apuros [Hexes #1.5]
Historia Corta«La magia no es la solución... Casi siempre es el problema». Si de algo saben las mujeres de la familia es de desgracias. Desde tiempos inmemoriales, el don que les fue concedido a todas las de su linaje les trajo más conflictos que buenaventura. Es...