Desperdicio

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1: HUNDIMIENTO

La cabeza de Tweek era un torbellino de emociones confusas y desbordadas. Su estómago se contraía en un nudo de ansiedad que subía como un vómito agrio por su garganta. Sentía los ojos arder con las lágrimas que pugnaban por escapar. Caminó apresuradamente por los vacíos pasillos de la escuela, oyendo como un murmullo distante la música que se colaba desde el gimnasio. Algunas parejas paseaban tomadas de la mano, riendo y hablando en susurros, ajenas a su aflicción.

Al doblar en una esquina, Tweek chocó de frente contra algo sólido que lo detuvo en seco. Era Stan, que también parecía presa de emociones turbulentas, como si llevara dentro una tormenta que amenazaba con desbordarse. Sus ojos, enrojecidos, reflejaban la lucha interna que sacudía su alma. Ambos se miraron en silencio, reconociéndose en el dolor del otro, dos almas perdidas que se hallaban por casualidad en mitad de la desolación. Por un instante sus miradas compartieron la carga que oprimía sus corazones. 

—¿Mala noche?— Pregunto Stan.

Tweek asintió brevemente, sin fuerzas para articular palabra. Su garganta se había convertido en un nudo apretado. —Los bailes son una mierda— Respondió. 

Sacó entonces una cantimplora desteñida de su mochila y le ofreció un trago a Tweek. El rubio aspiró el fuerte aroma del licor que emanaba de la boquilla y, aunque no era un gran bebedor, en aquel momento sintió que necesitaba ahogar en alcohol sus penas. Aceptó la cantimplora y le dio un largo sorbo, sintiendo como el calor del whisky le descendía quemando por la garganta hasta instalarse como un fogonazo en su estómago vacío. Cuando Tweek intentó devolverle la bebida, Stan levantó la mano en señal de negación.

—Quédatelo, se nota que lo necesitas más que yo —dijo, con comprensión en su voz. Acomodó la mochila en su hombro y pasó junto al rubio, alejándose. Tweek lo observó mientras se alejaba, apretando la cantimplora con fuerza entre sus manos.

Siguió caminando, saliendo del establecimiento. Las calles parecían más frías de lo habitual. Observó el descapotable de Token y cómo él y su novia se subían, sintiendo una amargura en su interior. Decidió tomar otro camino y evitar encontrarse con los amigos de su ex por el momento. En el camino bebió todo el contenido de la cantimplora.

Al llegar a casa, Tweek notó las luces encendidas y se mordió el labio inferior. Las palabras hirientes de Craig resonaron en su mente: "Es por eso que tus padres le meten meta a tu café". Aquellas palabras le golpearon en lo más profundo de su corazón. Siempre sospechó que había más detrás de las constantes energías y temblores que sentía, pero escucharlo de labios de su ex pareja fue como ser apuñalado. 

Con manos temblorosas, abrió la puerta principal. Su padre se encontraba en la cocina, preparándose un café. Al verlo entrar de forma repentina, el señor Tweak se sorprendió brevemente.

—Llegas temprano hijo, ¿Paso algo?— dijo mientras revolvía una cucharada de azúcar en su taza humeante.

Los ojos de Tweek revelaban un miedo intenso por la verdad:—¿Qué le pones al café?— preguntó con un hilo de voz 

Su padre esbozó una leve sonrisa, intentando tranquilizarlo. —Solo los ingredientes de siempre, granos de café molido, azúcar y leche—

—¡No mientas!— gritó Tweek acercándose bruscamente —¡Quiero la verdad!—

El señor Tweak suspiró —Estas un poco alterado. Ven hijo, siéntate y toma una taza. El café te ayudará a calmar los nervios.—

Pero Tweek ya no podía contener su agitación. Mirando fijamente la humeante taza que su padre le ofrecía, la tomó con fuerza y la estrelló contra el suelo. Los fragmentos de porcelana volaron por doquier entre el charco que se formaba. Su padre lo miró con gesto severo, molesto por el desperdicio.Los gritos de Tweek atrajeron a su madre a la cocina. Asomó la cabeza por la puerta, preocupada ante el altercado.

Libre albedrio | CreekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora