Capitulo 12

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21 diciembre: domingo


El débil tintineo del timbre sacó a Tweek de su letárgico sueño. Bostezó y se restregó los ojos con pereza, detestando tener que abandonar el calor de sus mantas aquel fresco domingo. Miró el despertador: las 8 en punto. Se frotó las legañas con los nudillos y estiró los brazos con un bostezo, antes de levantarse perezosamente. Entonces comenzaron los insistentes golpes en la puerta, acompasados con el repetitivo timbre. Tweek maldijo entre dientes y se puso una camiseta con las pantuflas. 

Arrastrando los pies en dirección a la entrada. Al abrir entreabrió los ojos, encontrándose con la imperturbable mirada de Craig bajo el umbral. Al abrir se topó con la imperturbable mirada de Craig en el umbral. Su alegre saludo contrastaba con el ceño fruncido de Tweek.

—Buenos días dormilón.— saludó Craig, inusualmente animado para ser tan temprano. Su sonrisa alegre contrastaba con el ceño fruncido de Tweek- —¿Quieres salir?

—Craig, son las malditas ocho de la mañana...— rezongó fastidiado. 

—Vamos, no seas aguafiestas— replicó Craig con una media sonrisa- Un poco de aire puro te irá de maravilla para despejarte. Te invito a un café.

—Ni loco— masculló Tweek, haciendo ademán de cerrar la puerta.

Pero Craig era perseverante. Metió el pie para impedir que se cerrara e hizo su mirada más suplicante.

—Anda por favor— pidió con un débil tono de súplica—. Mira lo que te traje.

Tweek vaciló, suspicaz. Odiaba cuando Craig usaba regalos para convencerlo, aunque frecuentemente acertaba en sus gustos. Tras dudar unos segundos, permitió entreabrir la puerta. Craig le tendió una bolsa con un moño. Tweek abrió con cuidado la bolsa y metió la mano hasta dar con un objeto cilíndrico cerámico. Lo extrajo despacio, revelando una taza blanca de diseño singular.

—¡Una calavera!— Exclamo viendo el cráneo cerámico y examinándolo. Debía admitir que le resultaba macabramente genial. —Siempre quise una. 

—Lo mejor, es que cuando le pones agua caliente, los ojos se ponen rojos— Explico Craig. 

Tweek sonrió levemente, admitiendo para sí que Craig lo conocía bien. Miró su nueva taza y luego al hombre, expectante.

Está bien, te acompaño— aceptó finalmente —Pero quiero probarla enseguida.

Trato— asintió Craig, complacido.

Tweek colocaba agua caliente dentro del recipiente, admirando el cambio de color en los ojos de la calavera de su nueva taza. Sentado frente a él, Craig lo observaba, le gustaba cuando Tweek actúa tan infantil. 

Gracias por la taza, en serio me encanta— dijo con sinceridad. Craig asintió

Después de intercambiar una breve charla sobre temas sin importancia y una vez que Tweek se cambió de ropa, ambos se dirigieron al automóvil de Craig, listos para ponerse en marcha.

¿A dónde vamos?— preguntó Tweek, quien estaba sentado en el lado del pasajero viendo al frente.

Denver.— respondió Craig conduciendo tranquilamente

—¿Tan lejos?— Apoyándose perezosamente contra la ventanilla, Tweek bostezó.—Supongo que voy a dormir.

Descansa un poco, te despertaré cuando lleguemos— respondió con calma.

Libre albedrio | CreekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora