《 7 》

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Nathan

Mi vida no era algo común que digamos, para tener 17 años me la pasaba más durmiendo en casa de Morgan o Adonis ya que en mi casa no se puede...mi padre comenzó a beber tras haber perdido una guerra hace 12 años atrás contra un reino vecino, él fue uno de los pocos que volvió, pero a raíz de eso inició a tomar haciendo que callera en esa adicción y así volviéndose violento conmigo y con mi madre.

Estaba claro que quien recibía más golpes era yo ya que me metía de por medio para que mi madre no saliera lastimada.

Había decidido ir a preguntar a mi casa si podría quedarme en lo de Morgan a dormir, pero grabe fue mi error al hacerlo, desde afuera estaba escuchando como discutían, pero con toda la valentía del mundo me dispuse a entrar al lugar que en algún momento sentí como hogar.

—Perdón por llegar tarde—murmuró ya que se me quedaron viendo.

Vi como mi mamá quería abrir la boca para decir algo, pero el grito que pego mi padre se lo impidió.

—¡¡Te crees que estas son horas de llegar!!—grito y a paso acelerado se acercó a mi dispuesto a pegarme quizás —no tenías permitido salir —sentencia con enojo.

—Mamá dijo en la mañana que no había problema con que fuera con mis amigos —digo con firmeza y ocultando el miedo que por dentro es más grande que yo.

Mi padre comenzó a reírse de manera irónica y poco a poco se fue acercando hasta a mi madre para tomarla del pelo haciendo que ella se quejara de dolor y comenzará a llorar poco a poco por la fuerza que este empleaba sobre ella.

—suéltame—repetía ella suplicando y forcejeando para que la libere.

—quien te crees tu para dar órdenes—amenazó. La sangre de mi cuerpo comenzó a hervirme de la impotencia y enojo que estaba sintiendo en estos momentos y como si fuera un impulso de lo que se conoce como locura, me atreví a dar ese paso que nunca supe dar... por primera vez le haría frente a dicho hombre que es mi padre.

—te dijo que la sueltes—ordene en un grito.

Él se me quedó viendo, pero soltó a mi madre quien se alejó lo más que pudo de donde se encuentra el, pero este por su lado se acercó a mí a paso firme y bien decidido de lo que haría y de tan paralizado que me encontraba no me percate de su cercanía y de que ya me estaba dando una cachetada que dejo ardiendo el lado derecho de mi rostro y que probablemente ya estaría enrojecido.

—a mí no me vas a gritar idiota—su voz me hacía temblar y más si estaba enojado porque sabía que no iba a medir su fuerza conmigo.

Uno...dos...tres y más golpes comencé a recibir de su parte, mis brazos dolían debido a que me pego con algo que había sobre la mesa...mi estomago estaba revuelto debido al golpe que me dio...mis mejillas dolían debido a las cachetadas que estaba recibiendo por su parte y mi corazón estaba al borde de la angustia y miedo.

—en esta casa se hace lo que yo diga ¿me oíste? —dice con brusquedad y agarra mi pelo con fuerza logrando así que suelte quejidos y las lagrimas comenzaran a llenar mis ojos para luego bajar por mi rostro

Era un maldito infierno vivir esto y ser quien recibe los golpes, pero al menos me sentía bien al saber que era yo y no mi madre. Sus golpes cesaron, pero un dolor en mi cabeza se hizo presente, sentía que pesaba y me daba vueltas.

—no vuelvas a desobedecerme o levantarme la voz mocoso—susurra cerca de mi oído para luego llevarme a rastras a mi habitación y soltándome con brusquedad cuando estuviese dentro eh irse dejándome encerrado ahí.

La Nueva DoncellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora