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Yeonjun le sonrió con una alegría que denotaba mucha falsedad a Beomgyu cuando se había despedido de él. Miró a sus amigos y también se despidió de ellos vagamente, regresó dentro de la casa una vez que vio a su amigo entrar al auto de Taehyun. Se sintió libre por un momento ¿No era un problema que sintiera ese alivio?

Beomgyu regresaría por la noche, así que tenía tiempo a solas después de mucho, la verdad era  que muy pocas veces pasaban tiempo separados, empezando porque vivían juntos, prosiguiendo porque estudiaban juntos en el mismo grupo y finalizando porque Beomgyu siempre quería estar con Yeonjun.

El día de ayer había sido largo y aburrido, ambos habían permanecido sin salir y en pijama. Beomgyu había hecho las rareas y se había recostado unto a Yeonjun en el sillón el resto de la tarde para ver películas; el menor se quedó dormido siendo abrazado por él, porque le relajaba la tranquila respiración de Beoms  en su oído, además, sentía que así hacía algo bien a cambio de todo lo malo. Porque Beomgyu estaba siendo perfecto  y él no estaba valorándolo correctamente. Soñó que quien lo abrazaba era Soobin y su estómago se retorció de emoción al pensar que pronto lo vería.

Había despertado porque Beomgyu jugó a dejar besos traviesos en su cuello y él había perdido el juego cuando comenzó a jadear con fuerza conforme descendía. Y bajó hasta donde su travesía lo llevo, porque a Beomgyu le gustaba Yeonjun, porque lo tenía ahí y porque lo deseaba. Así que la tarde de ayer hizo el amor con él de nuevo ¿Amor? Simplemente lo hicieron. Yeonjun pudo negarse, pudo hacerlo poniendo de excusa la verdad, pero etonces su mente le tendía una turbia trampa y lo enredara en las sensaciones de su cuerpo con la magia de su imaginación y entonces, de repente, quien gemía sobre él era Soobin.

Y él no era quien se llamase valiente como para privarse de ese privilegio. Porque disfrutaba de lo que hacían, porque el arte de la mente es poderoso y hacía que Soobin regresara a su vida de la mejor manera posible, a sus brazos y desnudo; no lo conocía y aún así lograba traerlo hasta él sin problemas. Intentaba imaginar los sonidos que soltaría si fuera él a quien tomara con fuerza de su cadera, intentaba imaginar las expresiones que haría si él fuese al que besara con pasión en su cuello y también intentaba crearse con claridad el cómo sería de suave la piel de Soobin bajo su tacto.

Después abría los ojos y se encontraba con Beomgyu. No era justo para ninguno.

Yeonjun soltó un suspiro pesado y se dejó caer en el sillón de la sala. "¿Lo habrá dejado todo en un recuerdo?"  Seguía pensando que estaba mal por creer, pero después recordaba quién era u cuánto se había esforzado y poco le importaba. Porque ya no podía evitar pensar en qué sería lo primero que haría al ver a Soobin, sonrió al cerrar sus ojos "¿Debería besarlo?... ¿O será eso muy apresurado? Quizá sólo deba ser amable, no quiero que piense de mi que..." Yeonjun suspiró frustrado, porque estaría mintiéndose vilmente si decía  que sus pensamientos no eran tan sucios como sus deseos "entonces debería controlarme, porque podría hacerlo mío en cuando lo mirase, en serio, en serio lo haría" Se olvidaría de todo y simplemente lo tomaría entre sus brazos, porque despúés de todo, Soobin dijo que lo esperaría, estaría en su derecho y lo reclamaría.

Entonces, decidió que tomaría a Soobin en cuanto lo viera, no reprimiría sus deseos ni sus ilusiones porque le sería casi imposible al verlo, ya había esperado demasiado, estaba cansado ya de que lo único que tenía eran imaginaciones y recuerdos, no es fácil sobrevivir a base de sueños. Estaba muy ansioso de que viera cuánto había crecido.

En ese momento, mientras fantaseaba entre sus sueños, Soobin estrechaba entre sus brazos el cuerpo de su madre, porque reciñen había por fin llegado, a donde una vez hace ocho años había dejado sembradas tantas ilusiones en un niño.

Él no había cambiado mucho, bueno, no demasiado. Quizá  ahora estaba un poco más alto, seguía siendo delgado y de piel muy blanca, pero aún así había logrado adquirir cierto toque de masculinidad que le impedía verde del todo frágil. Sus finos rasgos se acomplejaban perfectamente a sus denotativas expresiones. Su cabello ahora era negro y le brindaba una chispa de misterio que quedaba resuelto con lo bonita que era su sonrisa. Los años solo habían acrecentado su belleza, seguía viéndose jovial y conservaba la gracia de alguien fresco. Soobin era muy atractivo, no había duda de eso.

-¡Por fin estás acá, Soobin! - No había nadie más feliz de su regreso que su madre, porque era su único hijo regresando a sus brazos completamente después de tanto tiempo sin tenerlo.- Y te vas a quedar conmigo por un tiempo largo ¿no?

-Sí, mamá. - Sonreía, porque había extrañado demasiado a esa mujer, porque era lo único que tenía en su vida. - Me voy a quedar con vos, yo tampoco me quiero ir. - Soobin habló con sinceridad, porque era cierto que ya no quería irse.

- ¿Qué querés decir? - La mujer se apartó un poco, sólo para mirar a los ojos de su hijo con una creciente sonrisa en sus delgados labios. - ¿Te vas a quedar? - Sonrió con mucha felicidad, cubriendo su boca con sus manos debido a la impresión, cuando Soobin asintió a si pregunta.

- Creo que puedo buscar un lugar y trabajar acá. Todavía hay detalles, pero me gustaría quedarme. - Explicó, encogiendo sus hombros.

-¡Los chicos van a ponerse tan felices cuando se enteren! - Descubrió su boca y comenzó a buscar algo por todas partes, Soobin la miró sin dejar de sonreír pero un poco confundido de su repentino cambio. - Dios, cuando Yeonjunnie se entere ¡va a estar re feliz!

Soobin entonces dejó de sonreír y formó una mueca de seriedad al escuchar lo que su madre decía, era como si se hubiese congelado por un momento al oír el nombre de Yeonjun.

-¿Yeonjun? - Murmuró y poco a poco la sonrisa que antes había desaparecido, se reanimó con sinceridad.

-¡Claro! y Beomgyu también, mis nenes siguen queriéndote mucho, ellos han sido como mis hijos en tu ausencia. - La maestra encontró su teléfono entre los almohadones de uno de los sillones, sin borrar la felicidad de su rostro, marcó una serie de números. Su hijo sonrió, porque a su mente llegaron rápidamente todos sus recuerdos al lado de Yeonjun y Beomgyu.

-¿Me reemplazaron? - Decidió joder un poco, sentándose en uno de los sillones, mirando ahora que su mamá colocaba el teléfono en su oreja. Estaba llamando a Yeonjun, sonriendo ante la espera de que su llamada fuera contestada. Entonces Soobin pensó un poco y se levantó rápidamente del sillón hasta su madre, haciendo que suelte el teléfono. - Espera, corta. - Tomó el teléfono y cortó la llamada, su mamá lo miró confundido.

-Pero, Soobin...

-¿Y si mejor los visito de sorpresa? - Sonrió un poco, si bien él no era precisamente la persona más entusiasta del mundo, sentía que reencontrarse con Yeonjun y Beomgyu era una situación especial en la que se podría esmerar. - Podría llevarles un regalo, no sé, sorprenderlos.

-¡Sí! - Asintió, concordando. - Es buena idea, Bin.

Soobin sonrió, porque si bien no lo había pensando mucho, ni admitido, también estaba feliz de volver a ver a Yeonjun y a Beomgyu. 


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Crecer - YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora