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Soobin observaba con atención las canastas decoradas que había en la mesa. Había entrado a una tienda de regalos llamado por una gran variedad de canastas con comida o golosinas que consideró buen regalo, pero aun así no estaba seguro.

¿Siquiera se había detenido a hacerse una idea de lo que podría encontrarse? No lo había hecho con mucha determinación y hasta entonces se dio cuenta de que sí estaba un poco nervioso. Era obvio que Yeonjun y Beomgyu ya no eran niños, si bien aún eran muy jóvenes, casi adultos, habrían tenido que cambiar enormemente, no podía imaginárselos. Recordar al pequeño Beomgyu le causa una alegría muy tierna, después, recordar a Yeonjun le alegraba, pero también lo llenaba de intriga y curiosidad, porque quería saber cómo había utilizado su inteligencia, cómo había marchado su vida aún ante los problemas.

-¿Buscas algo en particular? - Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de una chica que le había llamado después de haberlo estado observando un rato, ahí de pie frente a los arreglos.

-Eh. - Soobin miró por un segundo a la chica y luego regresó a las canastas. - Busco, como un regalo de reencuentro. - Contestó un poco inseguro de si era lo que quería decir.

-¿Alguna ocasión en especifico? - Preguntó de nueva cuenta la joven. Soobin analizó los regalos otra vez, pensando un poco en qué podía contestar. - ¿De pareja, amistad, familia?

- Amistad. -Contestó aclarando, sonriendo un poco ante la amabilidad de la empleada.

-Bueno, para ese caso podría recomendarle una canaste con golosinas y galletitas, algunos globos quizá y-

-Flores. - Soobin agregó, dándose una idea de todo en conjunto, si cambiaba los globos por flores resultaría un refago más agradable a su parecer.

-Así es, si así lo desea podríamos agregar algunas flores, sólo indíqueme. - Respondió. Soobin asintió, pensó que los lirios eran muy bonitos y además su flor favorita, por lo que sabe tienen gran cantidad de significados.

-¿Podrían ser lirios en lugar de globos?

-Por supuesto ¿De qué color le gustarían?

-Azules. - Contestó con simpleza.

Recordaba, de alguna vez en su vida haber aprendido que los lirios azules conllevaban el advenimiento de buenas noticias y la representación de un amor tierno y puro. Le parecían ideales, porque recordaba a Yeonjun como el niño que tuvo su primer amor en él y era un hecho que ahora, además de gracioso, le seguía pareciendo tan tierno como en ese momento.

Ah, es verdad. Soobin fue el primer amor de Yeonjun. Choi sonrió disimuladamente cunado recreó en su mente todos esos recuerdos, recordaba muy bien lo nervioso que se sintió ante aquella situación, porque buen ¿Qué clase de persona hubiese si aceptaba tal petición? Un delincuente tal vez, Yeonjun era sólo un niño. "Yeonjun ha crecido, él seguramente ya no se acuerda" Soobin estaba seguro de eso, porque un niño, alguien que conforme pasara el tiempo descubriría muchas oportunidades y opciones, no podía detenerse a esperarlo durante tanto tiempo.

Sí, había pasado mucho tiempo, pero la admiración que Yeonjun sentía por Soobin, no se había logrado empolvar lo suficiente como para caer en el olvido, por el contrario, incluso había aumentado, el niño se había encargado de limpiarla, en especial cunado llegaban a su vida personas que parecían querer hacerlo olvidar. Yeonjun consideraba que nadie de las personas que en su vida había conocido podría compararse con Soobin, él seguía queriéndolo a él, aunque no lo dijera, aunque nadie supiera, aunque todos pensaran que no era así y que ya lo había olvidado. ¿Había algo de malo en lo haberlo hecho? Soobin estaba muy equivocado entonces.

La empleada le preguntó cuál sería la canasta que llevaría y Soobin indicó una que tenía bonitas cajas con una gran variedad de galletitas de manteca dentro y unos cuantos muffins integrales acompañándolas alrededor. Era bastante sencilla y más las flores le parecía perfecta. Una vez lista la canasta que había elegido y bien decorada como él había indicado, porque si había algo acerca de Soobin era que cada detalle contaba e importaba, estaba listo para partir a la dirección que su mamá le había indicado.

Según le contó, era un pequeño departamento que ambos chicos compartían, ubicado muy cerca de la que en un futuro sería su universidad y también de la que una vez fue la casa de Beomgyu, allí aún vivía su mamá, quien los ayudaba a sustentarse con algunas cosas. Quiso preguntar acerca de la familia de Yeonjun, pero pensó que eso podría ser tema para otro día, ahora había cosas más felices e importantes.

Subió al auto y dio una rápida mirada a los lirios azules antes de empezar a conducir. Sonrió un poco conforme emprendía camino por la calle, porque estaba recordando aquellos tiempos, mientras lo abordaba una alegría muy pura y simple. Ahora estaba ansioso, anticipando su reencuentro con aquel par de niños. Le satisfacía saber que seguían juntos con el paso del tiempo, eso hablaba muy bien de su amistad, de que por lo menos había algo que no cambió del todo, o eso estaba esperando en verdad.

Siguió las indicaciones que su mamá le había dado para poder llegar al edificio, se sorprendió un poco puesto que nada en ese lugar había cambiado, quizá las casas estaban deterioradas y las calles un poco más vacías de como las recordaba, pero todo seguía estando en su lugar, no había nada de más, ni de menos. Sintió de nuevo ese sentimiento de bienestar en su pecho, como si hubiese salido de casa durante una noche fría y muy larga y de repente hubiese regresado bajo la protección de su hogar, porque ese era su hogar, bien se dice que uno es de donde ama, de donde está lo que ama y quienes ama. Incluso pasó por la escuela en la que su madre aún asistía con sus clases y demás labor social, las carencias seguían siendo las mismas, era un lugar viejo con gente muy nombre, era un lugar muy tranquilo. 

Estacionó su auto una vez encontró un segmento en la calle, donde se elevaba un edificio de dos pisos que respondía a los señalamientos que recibió. Bajó, era el único haciendo ruido, la calle estaba intransitada y sólo percibía el soplar del suave viento cálido de fines de agosto. Bajó también la canasta y se encaminó al portón del edificio. Se enocontró con un hombre de edad avanzada que vestía un traje de guardia, lo recibió amable, preguntándole la razón de su visita ya que sabía que no era ningún inquilino y no lo había visto nunca. El hombre entonces le indicó qué camino debía seguir cuando le informó que iba de visita para Yeonjun y Beomgyu.

Soobin entonces subió cada escalón, que podía representar cada una de las ilusiones que estaban por cumplirse, así como también cada una de las dificultades que esperaban por surgir, andaba con el atisbo de una pequeña sonrisa nerviosa que reflejaba también su entusiasmo, de nuevo se sentía como alguien que refrescaba a casa después de mucho tiempo; Yeonjun no se sentía muy diferente.

Cuando encontró la puerta con el número que se había grabado, se detuvo frente a ella durante un momento. Reajustó sus manos en la canasta y dejó ir un largo suspiro que le hizo encogerse un poco de hombros, porque eran ocho años, había pasado demasiado tiempo, la persona que le abriría la puerta ya no sería para nada la que él conoció alguna vez, así como también él no era el mismo chico de aquel entonces.

No sentía miedo, tampoco nervios, o al menos no tanto, sólo sentía mucha curiosidad por descubrir qué era lo que le esperaba ahí. Levantó un poco su mano y tocó la puerta por fin, esperando por cumplir entonces su promesa de que volvería.

Yeonjun escuchó al momento que alguien tocaba, se preguntó si se trataba de Beomgyu que se había arrepentido de sus planes y había decidido volver, pero cuando se levantó a abrir, no tenía contemplado que era en realidad lo que había estado esperando por tanto tiempo.


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Crecer - YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora