Crecer - Yeonbin

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Yeonjun a duras penas logró alcanzar a sentir sus músculos entumecidos y unas enormes ganas de dormir y descansar su cuerpo, en medio de su ensoñación que le invadía profundamente el pecho, brindándole una sensación de plenitud, esa que suele llegar después de que hiciste realidad un sueño.

Suspiró conforme sus fosas se llenaban del aroma del cuerpo de Soobin tan cerca de él, sentir su piel quemándolo en medio de ese improvisado abrazo que los unía sin pánico, también escucharlo respirar agitado y segundos después pausado para poder reponerse era quizá lo único que deseaba tener de ahora en adelante. ¿Ya podía empezar a organizar la boda?

Un poco de su paz fue perturbada cuando su cuerpo fue acariciado por el frío de una forma fugaz para terminar sintiendo como era empujado y caer sin más fuera del cuerpo de Soobin sobre el colchón mullido. Gimió y logró un esfuerzo para abrir un poco sus ojos cansados y encontrarse con Soobin, sentándose a su lado. Se sintió un poco desconcertado, en especial porque él quería seguir teniéndolo cerca.

-Hyung. - Su voz sonó rasposa y grave, también un poco lenta, por un momento sintió como si hubiese olvidado cómo hablar y el nombre de Soobin fuese su único léxico. Se alzó un poco, mirando en dirección del mayor, probablemente esperando que lo envolviera entre sus brazos y lo abrazara para descansar juntos y está bien, soñar es válido, es normal esperar eso después de hacer el amor. - Soobin.

-Agarra tu ropa y vestite. - Se levantó de la cama rápidamente, como si las sábanas hubiesen empezado a quemarle la piel pálida y mancha de los labios de Yeonjun, no dio siquiera un segundo para que el menor se permitiera razonar un poco lo que acontecía a su alrededor, aún estaba ido en las emociones recién causadas y no le era fácil reponerse de ello, sin embargo, eso no le evitó recibir más desconcierto ante las palabras de Soobin.

-Hyung. - Fue un murmuro que escondió todos sus miedos, unos recién nacidos y otros que creyó haber matado pero no, ahí estaban, arremolinándose en el centro de su pecho de forma brusca, cansándolo y apretando muy cerca del alma ante su incomprensión, ahora sólo podía comprender que necesitaba abrazar a Soobin y él en cambio no parecía colaborar con su idea.

No tenía siquiera una idea de qué decir, de cuáles serían las palabras adecuadas para la ocasión, jamás se le había presentado algo tan complicado. Regularmente era él el que se levantaba de las camas y dejaba a su acompañante ahí tendido, él nunca había sentido la desolación de permanecer entre las sábanas. Sábanas que de repente se hicieron mortíferas ante el recuerdo de lo que habían presenciado y se lo presumían, las sábanas, la cama, la habitación, su cuerpo, todo le recordaría ahora a Soobin y a la manera tan degradada en la que se sentía, porque si bien no había sido su primera vez, había sido su primera vez haciendo el amor. 

Levantó la mirada y se encontró con Soobin,  que ya tenía puesta su ropa en un segundo y le había tirado la suya casi en la cara.

-¿Por qué estás llorando? Dale Yeonjun, levántate. - Se detuvo un momento a mirar a los ojos del menor. Verlo ahí, desnudo en su cama con el rostro decorado de pequeñas lágrimas a punto de secarse, lo hizo sentirse mal y como la persona más errada del mundo, su culpa se multiplicó. No sabía porqué Yeonjun estaba llorando, pero no quería en realidad, lo que quería era regresar el tiempo, no ocho años, tan sólo unas horas.

Yeonjun entonces se recargó con firmeza sobre sus codos y sintió un escalofrío ante el fresco ambiente contra su piel ardiendo, levantó sus manos y tocó su rostro, el tacto le presentó el camino de lágrimas que sus ojos habían dejado formar. No se había percatado en el momento en el que lloró, porque las lágrimas de felicidad no son preocupantes y simplemente la grandeza de lo que sintió lo hicieron soltarlas, sin mucha meditación. Avergonzado levantó la mirada hacia Soobin y lo miró después de hacerlo, no quería contestarle, porque le apenaba decir que lloró a causa de su felicidad por hacerlo con él.