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Soobin bajó sus manos temblorosas de los hombros de Yeonjun, tuvo que hacerlo porque se había formado un largo silencio entre ambos, ninguno estaba listo para decir algo, en especial él, ya no hacía falta nada más que verse, aún cuando no tuviera ni la más mínima idea de qué contestar o qué hacer ante toda esa confesión que acababa de presenciar.

Se convenció de que no podía ser una broma, lo hizo desde el instante en el que Yeonjun se atrevió a robarle un beso. Todo era demasiado real y entonces debía tomarse las cosas como tal. Había llegado hace relativamente poco, a reencontrarse con su pasado, a traer de regreso una parte de su vida atesorada que lo estaba esperando con anhelo y de repente al volver se enteraba que Yeonjun había estado enamorado de él desde que era un niño, esperándolo con su promesa en manos. Ojalá no hubiese sido como los demás, ojalá él jamás hubiese creído que sólo porque se trató de la promesa de un niño, carecía de realidad y sentido.

Tuvo que bajar la mirada, sentía que un segundo más observando a los ojos del castaño le terminaría por romper toda la prudencia, la poca estabilidad que le estaba quedando para pensar las cosas correctamente y actuar bien. No podía negarlo, había algo sumamente hermoso en todo eso que estaba pasando, en las palabras de Yeonjun y en su supuesto sentir, pero también había algo malo y Soobin no podía simplemente ignorarlo.

Los labios de Yeonjun temblaron por la desesperación que el silencio le ocasionaba, un segundo más, un segundo menos ¿Cuál era la diferencia si Soobin no parecía querer responderle? Se sintió mal, humillado de una forma dolorosa y ajena a cualquier cosa que haya sentido antes y a la vez con las mismas posibilidades de ser salvado, estaba en medio de ambas opciones, estaba por caer en una de ellas.

Abrió su boca porque quería hablar, decir algo que sanara un poco la situación, pero todo en conjunto no podía ser peor; la cabeza baja de Soobin, su silencio, el cómo había dejado de abrazarlo y había quedado simplemente suspendido entre su cuerpo y la pared sin ninguna señal de tomarlo en cuenta, le sugerían una única y dolorosa cosa y era que lo había echado a perder por completo.

"Entonces es todo" sintió como si su corazón hubiese sido derrumbado de su pecho después de un impacto, para caer en desplome hasta su estómago, provocándole un malestar alimentado de los nervios y la decepción en su interior "ni siquiera debería intentar algo más, él ni siquiera..." incluso estaba cansado de sus propios pensamientos intentando no abatirse. Después de mucho tiempo, estaba saboreando el amargo tacto de la derrota. No lo disfrutaba, no quería que las cosas fueran así.

-Yeonjun. - Había encontrado un poco de voz para pronunciar su nombre con pesar. Estaba muy avergonzado por el reciente beso, porque Yeonjun no se había separado aún ni un poco de su cuerpo, porque podía jurar que lo que escuchaba tan cerca de él era el sonido agitado del palpitar del menor.

-Perdón. - Entonces soltó el cuerpo de Soobin, lo hizo con cuidado de no dejarlo caer, con miedo también de que el que terminara en el suelo fuese él. ¿Qué estaba pasándole? ¿Dónde había quedado toda la decisión y la determinación que se había esforzado en forjar durante todo el tiempo de espera? ¿No se había mentalizado en tomar a Soobin sin discusión en cuanto lo mirara? ¿No debería estar haciéndolo suyo ya? No tenía respuestas que aliviaran su malestar, sólo que no quería que las cosas fueran así, obligándolo, definitivamente no era su objetivo forzarlo hacia algo que no deseara, él quedando como único satisfecho. Por supuesto que las cosas no debían ser así. - Por esto, hyung.

Yeonjun sólo estaba intentando recuperar su respiración, porque no podía pensar en no estar cerca de Soobin a largo plazo, tenía que encontrar una forma de rescatar algo, de evitar que deseara alejarse de él, porque eso era un hecho que no estaba dispuesto a aceptar. Ahora podía agachar la cabeza y aceptar su falta, pero mañana la levantaría de nuevo y buscaría otra forma. Si algo sabía bien era que la perseverancia es clave para la victoria, no hay conquista más grande que la de la felicidad.

Crecer - YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora