EL PACTO DE SANGRE

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NARRA ELAILA
Me desperté por una voz grave que no paraba de decir hechizos en voz alta en un idioma que me costaba reconocer, el idioma de Mordor. Abrí como pude los ojos y vi al mago Saruman, delante de mi cama con un libro en la mano.
No entendía muy bien que estaba pasando, hasta que me giré y lo ví. No llevaba ningun tipo de armadura o máscara, estaba más guapo de lo normal, se había vestido con un traje negro y parecía que se había peinado. Se acercó un poco a mí y me indicó que debía tomar la decisión ya.
ELAILA: he decidido aceptar el pacto.
En ese momento todos salieron de la habitación menos dos mujeres, que se parecían mucho a las de la cama de Sauron del otro día. Me ayudaron a bañarme, vestirme y maquillarme.
Me pusieron un vestido rojo fuego con los labios a juego y me recogieron el pelo en una coleta baja. Una vez lista me ayudaron a bajar las escaleras, y finalmente llegamos a la entrada del volcán, donde estaba el orco que se encargó de cuidarme, Jaimie. Necesitaba ayuda para caminar así que me apoyé en su brazo y me llevó hasta el ojo de Mordor.
Había un pasillo estrecho que finaliza a mitad del volcán.
Y allí estaba él, vestido completamente de negro, mirándome con una sonrisa que facilmente podría haber derretido a la Tierra Media entera.
Me situé en frente de él y Saruman nos dio un cuchillo, para hacernos una pequeña raja en las palmas de las manos y sostenerlas juntas.
Realmente no podía creer lo que estaba haciendo, estaba casándome con el hombre que debería destruir y lo peor es que la idea no me disgustaba.
Mientras Saruman lanzaba el hechizo yo solo podía pensar en lo mucho que disfrutaba teniéndole cerca, sintiendo su piel a mi lado.
Pero cuando me quise dar cuenta, la ceremonia ya había terminado. Así que Sauron sacó de su bolsillo un anillo, muy parecido al anillo de poder que si mi memoria no me falla, se encuentra en las manos de un Hobbit.
Cuando me colocó el anillo, sentí mi piel arder y Saruman me lanzó con un hechizo al fuego del volcán.... De repente sentí como si me arrebataran la vida.
Vi una serie de imágenes en mi cabeza, vi a mi madre, a mis amigas del bosque, recordé la primera vez que conocí a Legolas y luego lo vi a él...
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Me encontraba en una cama tumbada, pero no era la mía, estaba en el cuarto de Sauron. Parecía increíble, un milagro, pero me sentía más viva que nunca. Me levanté sin apenas esfuerzo y fui a verme a un espejo que había en la alcoba, pero al verme me espanté. No era la misma, mi piel estaba pálida pero tenía un rosado en las mejillas más vivo que antes, pero el problema fue mi pelo. Rojo. Mi melena rubia platinada había desaparecido y ahora tenía un pelo rojo ardiente y ondulado que me llegaba casi a las caderas.
SAURON: me gusta tu nueva apariencia, te da ese toque de maldad que te faltaba (dijo en un claro tono irónico).
Me sobresalte al escucharle, estaba apoyado en la pared de la habitación por lo que no vi que estaba allí hasta que habló.
ELAILA: ese toque de maldad como tu dices, no debería de estar en mí. Por cierto, ¿Qué haces aquí?, o mejor dicho, ¿Qué narices hago en tu habitación?
SAURON: aunque no te guste la idea, es nuestra noche de bodas, se espera que lo pasemos juntos. Pero descuida, no hace falta que hagamos nada.
ELAILA: ¿Tanto rechazo te produzco que no puedes ni acercarte a mí? Lo noté con el pacto, como se tensó todo tu cuerpo cuando nos dimos las manos.
Me sentía decepcionada, quizá por pensar que él quería estar con todas (como todas esas veces que le vi en su habitación con las otras mujeres) pero conmigo no, no podía parar de preguntarme el porqué.
Pero de repente se acercó a mí, cortando la distancia que había entre nosotros.
SAURON: no estaba tenso porque me produjeras rechazo precisamente (suavizó el tono bastante), no hay un día que no haya pasado desde que te conocí que no desee probarte, pero aunque quisiera, no quería destruir tu pureza.
Mi cabeza no pensaba con claridad en ese momento, así que esta vez fui yo la que cortó la poca distancia que quedaba entre nosotros. Y muy cerca de su boca le dije:
ELAILA: has conseguido que me una a tu lado oscuro, así que supongo que tienes el permiso para quitarme los restos de pureza que te has dejado.
Sin pensárselo dos veces me cogió de la nuca y besó mi boca dejando caer todas las ganas que teníamos acumuladas.
A medida que el beso seguía, la intensidad iba aumentando, pero en mitad del beso paró y me miró a los ojos casi sin aliento
SAURON: ¿De verdad es esto lo que quieres?, no deseo hacer nada de lo que te arrepientas más tarde.
Así que esta vez fui yo la que lo besé, sentí mil emociones que en la vida nadie había conseguido hacerme sentir jamás y solo podía querer más.
Me levantó como si no pesara absolutamente nada y me dejó en la cama suavemente, y ahí comenzó a darme besos por el cuello y bajando por mi pecho mientras me quitaba el resto del vestido. Pero me estremecí cuando bajó más abajo, pude jurar que estando en el infierno, había conocido el cielo...

LOTR (EL CORAZÓN MALDITO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora