♠︎04¡!

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Heather estaba desesperada desde el momento en que Tara la fue a buscar para decirle que los chicos sí habían cometido una estupidez: fueron a buscar a Archie

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Heather estaba desesperada desde el momento en que Tara la fue a buscar para decirle que los chicos sí habían cometido una estupidez: fueron a buscar a Archie.

Su primer instinto fue ir a la casa, pero cuando Verónica les abrió la puerta, supo que habían llegado demasiado tarde.

El torrente de lluvia se avalanzó sobre su cuerpo mientras se aferraba a la espalda de Tara, quien maneja su motocicleta con ágil destreza. Su cuerpo comenzó a temblar, aunque no estaba segura si por el frío o el miedo. Cuando se detuvieron, Heather resbaló más de una vez y el barro pintó sus rodillas, así como algunos rasguños. Las gotas se filtraron por sus pestañas mientras que la noche dificultaba la visión.

Al llegar, los vio: Bulldogs y Serpientes enredados en una brutal y salvaje pelea callejera. Había alaridos, sangre y gemidos de dolor; los golpes iban y venían con violencia, ¿cómo se supone que iba a detenerlos?

Observó a Nick, quien golpeaba el estómago de un adolescente, una y otra vez. Y a Fangs, que tacleaba a otro mientras escupía sangre. Entonces, localizó a Sweet Pea, quien evidentemente descargaba su furia en Archie de tal manera que la rubia temió que lo matara.

—¡Ya basta, Nick! —pero nadie escuchaba, dudaba que lo hicieran entre tanto alboroto—. ¡Sweet Pea, joder, basta!

No se detuvo a analizar los evidentes riegos cuando corrió; Tara intentó detenerla, pero fue inútil. En su desesperación, se metió entre medio de Sweet Pea y Archie —que estaba en el suelo, gimiendo de dolor—. El pelinegro frunció el ceño mientras un hilo carmín descendía de su boca; su cuerpo se tensó cuando la más baja se aferró a su camisa mojada.

—¡Detén esto! —gritó con el miedo plagado en su rostro; sabía que él tenía dominio sobre los otros, incluso más que su hermano. Sweet Pea se dio cuenta que su menudo y frágil cuerpo temblaba—. Por favor...

Pero no tuvo que hacerlo, no cuando el sonido de un disparo alertó a todos los jóvenes. Seguido de eso, los pandilleron echaron a correr, excepto él, que sintió una ola de sentimientos desagradables por la expresión de decepción que había en esos hermosos ojos azules.

Sweet Pea intentó decir algo, pero las palabras no cedieron, sólo se quedó tieso. Reaccionó cuando Tara se interpuso entre ellos, dándole un fuerte empujón.

—¡Vete, idiota!

Y lo hizo.

Para cuando Tara la dejó en el parque de tráilers, la lluvia ya había cesado, pero eso no significaba que estuviera seca, de hecho, el agua le goteaba desde la punta de sus mechones. Y, aunque estaba temblando del frío, nada impidió que golpeara la puerta, furiosa.

Nick abrió, dejando a la vista su labio partido.

—¡¿Qué mierda fue eso?! —recriminó, entrando al lugar que, hace un tiempo, fue su hogar y que, en su corazón, aún lo seguía siendo. Ansiaba volver, pero no de esta manera ni con los motivos que ahora tenía—. ¡¿Qué mierda?!

𝐂𝐢𝐧𝐧𝐚𝐦𝐨𝐧 𝐫𝐨𝐥𝐥𝐬 𝐚𝐧𝐝 𝐤𝐢𝐬𝐬𝐞𝐬¡! Sweet PeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora