♠︎17¡!

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Heather admiró el hermoso uniforme de porristas amoldado a su figura

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Heather admiró el hermoso uniforme de porristas amoldado a su figura. Nunca antes había pensado en unirse a las Vixens, no hasta que Toni la convenció de hacer las pruebas que, evidentemente, superó con éxito.

Cheryl no caía mucho en su gracia, pero allí estaba, comprometida a ir a la casa de esa pelirroja para disfrutar una pijamada con sus más allegadas en honor a su unión al grupo —aunque sabía que Cheryl se alegraba por Toni más que nada—. Y, horas después, tocó el timbre luego de dar una profunda bocanada de aire; sabía que necesitaba distraerse de su corazón roto.

Heather miraba el suelo mientras su cabello era peinado por su amiga Toni, pues las Vixens propusieron hacer un tren de cepillado. Pensó que, si Tara estuviera allí, se reiría de la patética idea.

—Allegadas, no las traje a Thistlehouse sólo para tener una pijamada. —confesó de repente, y se la veía bastante nerviosa—. La verdad es que tengo pavor de estar aquí sola.

Heather frunció su ceño mientras la pelirroja comenzaba crear teorías conspirativas contra su familia, pues estaba segura de que buscaban deshacerse de ella. Y la joven Smith creyó que ello era paranoico y ridículo, claro hasta que una tragedia sucedió.

Nunca esperó que una pijamada terminaría con el sospechoso accidente de una abuelita en silla de ruedas, por lo que tuvo extrañas pesadillas lo que restó de la noche.

A la mañana siguiente, luego de la primera práctica de porristas del día, se encaminó a aquel club que ella había ayudado a crear para que las Serpientes tuvieran un lugar seguro donde ser ellas mismas. No se alejaría de todo lo que le pertenecía por un amor no correspondido, eso sería inmaduro y estúpido, por eso entró al salón, luciendo su nuevo y perfecto uniforme, y con la cabeza en alto.

Sweet Pea estaba sentado descuisadamente sobre un escritorio, y estaba riendo con Fangs, claro, hasta que la vio. No pasó desapercibido cómo sus ojos la recorrieron desde la camiseta que se ajustaba a sus senos hasta la desnudez de sus piernas por debajo de la corta falda; tal y como la vez que se conocieron.

—¡Amiga, estás ardiendo! —gritó Tara, golpeando su escritorio—. Abofetéame con un pompón, por favor.

Heather carcajeó, sin poder evitarlo.

—¿Desde cuándo eres porrista? —indagó su hermano, confuso. Estaba sentado cerca de Fangs, quien parecía ser el intermediario entre él y el pelinegro, pues no se hablaban desde su conflicto.

—Desde ayer. —sonrió, orgullosa—. Fue idea de Toni, ¿verdad?

—Somos miembros oficiales. —dijo la pelirosa, asintiendo. Ella no llevaba el uniforme porque decidió cambiarse antes de ir al club—. Alentaremos los próximos partidos.

Sweet Pea desvió la mirada fruncida.

—Oye, Heather. —siseó Jughead, llegando al salón—. El uniforme te queda bien.

𝐂𝐢𝐧𝐧𝐚𝐦𝐨𝐧 𝐫𝐨𝐥𝐥𝐬 𝐚𝐧𝐝 𝐤𝐢𝐬𝐬𝐞𝐬¡! Sweet PeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora