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Lisa elegía los sabores de helados en el supermercado y Sana le contaba sobre su día.

—Pensaba que tardarían mucho más en regresar— dijo. —Ya me estaba aburriendo sin verte.

Lisa miró a la rubia con una ceja alzada. —Mm, ok— dijo desconfiada agarrando un paquete de frutillas. Su esposa amaba las frutillas.

La rubia se puso en frente, cortándole el paso a la pelinegra. —Estas hermosa hoy. Las vacaciones te hicieron muy bien— Sana había puesto su mano en el hombro de Lisa.

—Eh, pues gracias, creo— Siempre agradecida. —Pero tienes que quitar tú mano.

La rubia no hizo caso y su mano bajó hasta el pecho de Lisa, tocándolo suavemente. —He visto que estás muy cariñosa con Jennie. Ni siquiera han peleado hoy— susurró. —Me imagino que debe ser difícil tener que aguantarla solo porque tiene a tú hijo en su vientre...

Lisa frunció las cejas. —¿Qué…?

—Mira, sé que ahora que está embarazada no puedes gritarle ni pegarle. Mucho menos tener sexo. En eso yo podría ayudarte muy bien— la voz de Sana había cambiado a una sexy y bajita.

—Oye, creo que estás entendiendo muy mal todo— Lisa le quitó a Sana de encima. —Eres la amiga de mi esposa. No debes estar actuando así. Ubicas que soy la esposa de tu mejor amiga. Y sí, en algún momento la traté mal pero estoy arrepentida y quiero arreglarlo. Voy a ser una mejor esposa y una mejor madre.

Sana la miró con los ojos estallando en llamas. —Así sea una sola noche. Eres ardiente y no me imagino como serás en la cama. Jennie no lo sabrá nunca.

—Mira, Sana. Al parecer siguen sin entenderme. No. Quiero. Nada. Contigo. ¿Ok? Amo a mi esposa. La amo. Respeta eso— Lisa empezó a caminar hacia la caja.

—Esta bien. Lo siento mucho. No le digas a Jennie. Te prometo que no volverá a pasar— Claro que sí volvería a pasar. Sana estaba segura que Lisa caería sí o sí.

—Eso espero. No quiero nada nos separe. No sé que haría sin ella. Mucho menos ahora que tiene a mi bebé dentro de su vientre— dijo.

Sana asintió con los labios apretados. —Sí, fui una insensible— ambas ya subían dentro del auto. —Me acaban de poner los cuernos y quiero que le pase lo mismo a mí mejor amiga. Soy alguien horrible— murmuró con la voz rota.

—Oye, no. Sólo estás dolida. Estás mal y eso te está jugando mal— dijo Lisa culpable, tocándole el hombro a la rubia.

—Dios mío— Sana se secó las lágrimas rápidamente. —No sé que me pasó.

Lisa se alejó un poco y encendió el auto, desesperada por ver a su esposa.
Diez minutos después las dos mujeres ya estaban bajando las cosas del auto y subiendo las escaleras.

Lisa había prendido un cigarrillo mientras cargaba las cosas. —Sana— la llamó. —Nada de nada.

La rubia Asintió. Por ahora, no le convenía decirle nada a Jennie. Luego, cuando Lisa caiga, ella tendría con que alejar a Jennie de Lisa.

Jennie las recibió a ambas con una sonrisa en los labios. Para ese entonces, Jennie ya había escogido una película que les guste a las tres.

—¿Qué película es?— preguntó Sana sentandose en el sofá.

—Es Five Nigths at Freddy's— respondió Jennie, tomando asiento a lado de su esposa.

Lisa le rodeó la cintura y acostó a Jennie en el sofá y ella se puso en medio de las piernas de su mujer. Lisa mantenía sus manos en los muslos de su esposa.




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—Lisaaaaa— protestó. —Tengo sueño, bebé.

La pelinegra hizo caso omiso y siguió manoseando sus senos por encima del sostén. Jennie cayó en la cama en lo que su esposa besaba sus pechos.

—Lisa, ya vete a bañar— la empujó. —¡Lisa! Mañana tienes trabajo— se quejó. —¡Ah!— gimió. —Lisa, ah. No seas necia. Oh.

Jennie la golpeó. —Lisa, si ahora mismo no vas a bañarte si te dejo sin sexo por un año— amenazó.

—¡Jen! No puedes hacer eso— se quejó. Lisa bajó su cabeza hacia el vientre de su esposa. —Bebé, para cuando salga del baño, hazle dar muchas ganas de tener…— se detuvo y lo pensó mejor. —Hazle dar a tu mami muchas ganas de que yo le dé amorcito— dijo y por último dejó un besito en el mismo lugar. —Te amo. Los amo. Iré a bañarme— un último apretón en las nalgas a su esposa y Lisa desapareció por la puerta del baño.

Jennie sonrió en grande y se metió debajo de las cobijas. La castaña ni loca se quedaría despierta. No quería traumar a su mejor amiga, después de todo.

Media hora después la castaña sintió a su esposa acostarse a su lado. Sintió el pecho desnudo de Lisa en su espalda y el miembro duro colándose en sus nalgas. Jennie rodó los ojos mentalmente.

Su esposa era una insaciable cochina.

—Amor… sé que estás despierta— susurró en su oído. —Amoooor…

—Ya, Lisa, duérmete. Mañana tienes que trabajar— le retó. —En las Vegas me tuviste un día entero dentro de la habitación y los demás días ni se diga. Ya duérmete.

—Nooooo— la mano de la pelinegra se metió dentro de los shorts de pijama de la castaña. —Solo uno. Solo unooo.

Para este entonces, los dedos de Lisa ya habían abierto los labios vaginales de Jennie y ya estaban acariciando el clítoris.

—Lisa…

Lisa se puso encima de ella y le quitó el short. —Será rapidito… No hagas mucho ruido.

La pelinegra se bajó los boxer y puso la cabeza de su pene en la entrada de su mujer y acarició el clítoris hinchado de Jennie. Lisa entró lentamente en la vagina de su esposa y sacó un gemido ahogado de sus labios.

Lisa le tapó la boca la palma de su mano y la empezó a embestir rápido, duro y placentero.

—Mhm, Li-sa— le gimió Jennie moviendo sus caderas, esto hizo que Lisa vaya mucho más rápido, dejándola completamente llena.

Jennie le mordió los labios a su esposa y Lisa le acarició los pechos, los pellizco, los manoseó. Hizo de todo con ellos. La castaña le Volvió a rasguñar la espalda.

Lisa no iba a mentir, le ardía. Pero le gustaba a la vez.

La pelinegra embistió unas veces más y ambas sintieron el paraíso completo. Lisa cayó al lado de la castaña con la respiración agitada.

—¿Ves? Fue rápido.

—Donde mañana no te levantes— le amenazó.


"Nadie arruinará lo nuestro de nuevo"

"Te protegeré de todos. Incluso de mí mismo"

Tired Of Loving You - JenLisa G!P Donde viven las historias. Descúbrelo ahora