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En el tiempo que Yiren estaba en su casa, Lisa no la podía soportar más. Estaba al borde de la locura. La mujer se le tiraba cada que Jennie no estaba a la vista. Esto estaba estresando y cansando mucho a Lisa.

Hoy Jennie cumplía ocho meses de embarazo, pero Lisa seguía trabajando a pesar de ser las ocho de la noche. La pelinegra no quería volver a casa y encontrarse con esa mujer arruina vidas. Aunque obviamente, estaba haciendo muy mal en dejar a su esposa embarazada sin su cuidado. Estaba siendo una mala esposa y madre.

Aunque también había sido su culpa. Y la aceptaba.

La puerta de su oficina se abrió dejando ver a Sana, su secretaria. —Lisa, ya dejé todo listo. Ya deberías irte— sugirió, entrado y poniéndose detrás de la empresaria.

Sana le masajeó los hombros y acercó su boca al oído de Lisa. —Estas muy estresada— dijo en un susurro, besándole la mejilla. Su secretaria le pegó los pechos a la espalda y se restregó en ella. Soltando un gemido, le besó el cuello.

Lisa volteó su cara, mirándola mejor.

—Al parecer— se alejó un poco y le besó la comisura del labio, para luego sonreír con coquetería. Un poco más. —Necesitas quitarte el estrés...

Lisa se levantó de la silla, mirándome fijamente se acercó más a la rubia y la estampó contra la pared, besándola con agresividad y fuerza.

"Lo logré" Pensó la secretaria, bajando su mano hasta el miembro de su jefa. La empresaria gimió, llevando sus manos a los pechos de la rubia,  tocandolos con descargo, ganas y mucha lujuria.

—Me arrepentiré de esto mañana. Pero ahora nos quitaremos las ganas— susurró Lisa llevándola hasta el sofá de su oficina y subiéndose encima de ella, se quitó el cinturón y Sana le quitó la corbata.










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Jennie estaba furiosa. Su esposa no contestaba y ya eran las once de la noche. Había pasado mucho tiempo desde que su esposa tenía que salir del trabajo.

Jennie se acostó en la cama Nuevamente y llamó a su esposa. La pelinegra seguía sin contestar y Jennie supuso que estaba con alguno de sus amigos.

Así que, cansada y nerviosa, llamó a Nancy, BamBam y Hyunjin. Para su buena suerte, BamBam contestó primero. Se escuchaba música fuerte de fondo.

Jennie escuchó como la música comenzó a hacerse menos fuerte y supuso que BamBam estaba saliendo de la fiesta.

—Hola, Jennie. Dime, ¿Necesitas algo?— preguntó curioso.

—Eh, sí. BamBam, ¿Me podrías decir si Lisa está contigo? Hace mucho tiempo debió haber llegado pero no contesta mis llamadas y tampoco viene— le dijo.

BamBam hizo silencio. —Sí. Ella está conmigo ahora mismo. Te la pasaría pero está adentro y muy ebria. Pero descuida. Yo la llevo a mi casa hoy y mañana ella estará a primera hora.

—Muy bien. Gracias.

BamBam cortó la llamada y comenzó a llamar a su amiga. Cómo la pelinegra no contestaba, dejó un buzón de voz.

—Lisa, tú esposa me acaba de llamar. Por favor ven a mi casa apenas escuches este mensaje. Tengo que explicarte lo que le dije y lo que le tienes que decir cuando vayas a tu casa.

Jennie se acostó tranquila en su cama, lista para dormir. Estaba tranquila ahora que sabía dónde estaba su esposa, pero eso no le quitaba que todavía estaba totalmente furiosa con ella.

Mientras tanto, Lisa se subía los pantalones y se ponía los zapatos mientras Sana subía su vestido por su hombros. La pelinegra comenzó a ver las llamadas perdidas y se sintió culpable al ver las veinte llamadas perdidas de su esposa. Pero evitó hablar con su esposa y escuchó el mensaje de BamBam.

Lisa se mordió el labio inferior culpable y se dispuso a salir de la oficina.

—¡Lisa!— la llamó su secretaria.

—Nada de esto a nadie— la interrumpió y salió casi corriendo de su empresa.

Ahora sí, Lisa estaba a punto de matarse. Era capaz de tirarse por las escaleras. No había explicación para esto. Se había acostado con la mejor amiga de su esposa sin ninguna razón. Simplemente lo hizo porque quiso. En ese momento, le dió igual todo.

Era una idiota.

No pensó en su bebé.

En su esposa.

En su familia.

No pensó en nadie. Solo en sacarse el maldito estrés de su cuerpo. Pero esto solo le generó mucho más estrés y quería llorar. Había cometido otro error.

¿Cuánto tiempo más le vería la cara a de esa manera a su esposa, a la mujer que supuestamente ama, quiere, valora y respeta?

Porque obvio, después de lo que hizo no se notaba el amor, el cariño, el valor y el respeto que le tiene a su esposa.

Ella era su esposa, no una de las putas con la que la engañó.

Era un idiota. Nuevamente.

La pelinegra llegó a casa de BamBam y tocó la puerta, esperó unos segundos y su amigo la miró mal, frunciendo el ceño. Detrás de él, sus otros tres amigos, Nancy, Hyunjin y Jisoo estaban allí.

Los cinco en el colegio eran muy unidos y siempre se contaban cosas. Y Jisoo, claro que sabía lo que su amiga le estaba haciendo a Jennie. También se sentía culpable, pero ella le estaba siendo fiel a la confianza de su amiga. Aunque eso le estuviera costando todo. Lisa juró que si en algún caso se llega a descubrir todo, negaría que Jisoo en algún momento la ayudó o tuvo algo que ver con su aventura.

Hasta ahora, nada había pasado. Pero pronto, Lisa pondría su promesa en marcha, protegiendo su amistad con Jennie y la relación que Jisoo tenía con Rosé y su hija Yuri.

Sus amigos la miraron de pies a cabeza y claro que se dieron cuenta. Conocían a su amiga como nunca y sabían cuando la rubia se acostaba con alguien y se arrepentía. Nancy la miró serena. No mostraba ninguna emoción y Jisoo la miró con una mirada llena de decepción. La castaña si creía en que Lisa ya no era la misma.

Pero es que a la pelinegra siempre le caracterizaron por ser una mujeriega infiel. En la universidad, todos y todas creían que la relación de Jennie y Lisa no duraría mucho.

Pero se casaron.

Lisa miró a sus amigos con arrepentimiento.

—¿Dónde estabas, Manobal?

—He cometido otro error.

"¿Otro? ¿Cuántos más cometerás, Lalisa?"

Tired Of Loving You - JenLisa G!P Donde viven las historias. Descúbrelo ahora