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Jennie se miró al espejo por décima vez en lo que llevaba arreglándose para su esposa. Ella confiaba que Lisa hoy llegaría de buen humor.

Con una sonrisa, la miraría e irían juntas a la fiesta. Luego, cuando llegaran a casa, harían el amor hasta el amanecer.

Y luego, por fin tendrían un hijo.

Un hijo de ambas.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el ruido de la puerta y por una Lisa con semblante serio y molesto.

-¿Estás lista?- preguntó sin interés. -Jennie, cambia ese vestido. Pareces puta. Otros hombres te mirarán y pensarán que pides dinero por abrir las piernas.

Jennie la miró sorprendida. Callada, fue a cambiarse, buscándole al lado bueno a las palabras de su esposa.

"Seguro es porque está celosa. Si está celosa es porque aún me ama" pensó con una sonrisa. Una vez se cambió, tomó su bolso y se puso de puntillas para darle un beso a su esposa.

-Jennie, maldita sea. ¿Crees que quiero tener tu puto labial en mi boca? Pensarán que estoy marcada- le acusó, limpiándose rápidamente. -Las mujeres deben saber que no tengo dueña.

Jennie agachó la cabeza pero no dijo nada. A paso lento, Lisa la agarró del brazo de la manera más brusca posible y la bajó a jalones.

-Vamos, Jennie. Tengo que estar ahí. Demoraste mucho. Era mejor llevar a alguna otra chica- lo último, lo dijo en un susurro. Susurro que Jennie alcanzó a escuchar y, como si fuera nuevamente posible, su corazón se rompió.

-¿Estás diciendo que me estás siendo infiel?- preguntó, algo molesta.

Lisa la miró con enojo. -¿Estás loca? No me acuses así.

Una vez en el auto, Lisa lo puso en marcha mientras conducía, Jennie se llenó de dudas. Era obvio que Lisa no quería tenerla ni cerca. Pero ella no iba a darse por vencida. Primero, intentaría volver a tener una relación bonita como cuando recién eran novias, cuando apenas se casaron.

-Jennie, maldita sea. Te estoy diciendo que ya llegamos y andas toda idiota mirando a la ventana. ¿Estás sorda también? Suficiente con tenerte de mantenida- le recriminó, el enojo de Jennie aumentó a niveles descomunales.

-Pero tu fuiste la maldita imbécil que me prohibió trabajar- le contestó molesta.

Lisa infló el pecho. -Mira, Jennie. Si fuiste idiota en creer que seguiría siendo la misma Lisa que andaba como perro detrás tuyo, estás equivocada. Aquí mando yo. Y si te trato así es porque eres una mujer que no sirve para nada- sin más salió del auto, abriéndole la puerta.

Jennie apretó los labios y tomó la mano que su esposa le ofrecía, agachando la cabeza al sentir los flashes sobre ella. Lisa actuó normal y la besó varias veces en lo que les tomaban fotos.

Ellas eran una pareja estable delante de las cámaras y Lisa no podía dañar su reputación. Y a Jennie, a ella le daba vergüenza que la gente sepa que su esposa la trae como si fuera un trapo sucio.

La castaña tomó su cintura al entrar al salón. Jennie, como toda esposa de oro, regaló su mejor sonrisa y se acurrucó más en Lisa. Al menos así recibía el cariño que su esposa dejó de darle hace dos años.

Lisa dejó un beso en los labios de Jennie y sonrió cuando una pareja de esposos se acercó a ellas, saludandolas y preguntándole cómo estaban.

Media hora más tarde, Lisa, Jennie y el matrimonio Hirai Kim platicaban con ellas. Momo, una empresaria que pronto haría trato con Manobal Industrias y su esposa Kim Dahyun, una famosa modelo de marcas caras.

El rostro de Jennie se iluminó cuando notó que su mejor amiga, Sana Minatozaki, estaba allí con un chico que parecía ser algo más que solo amigo de la japonesa.

Sana vió a su amiga y a Lisa y una sonrisa apareció en su cara. La japonesa se acercó a ellas en el momento que Momo y Dahyun se despedían de una sonriente Lisa.

Sonrisa que se cayó definitivamente cuando vió como Sana y el otro chico se saludaban con su esposa. Lisa sintió su corazón caer y sus manos comenzaron a sudar.

La castaña acercó a Jennie a su cuerpo en lo que Sana y su acompañante se acercaba.

-Hola, Jen- saludó la chica. -Hola, Lis- dijo abrazándola con una sonrisa en los labios.

-¿Por qué no me dijiste que habías vuelto a la ciudad? ¿Y quién es tu amigo?- preguntó una alegre Jennie, recostando su cabeza en el pecho de su esposa, no sin antes darle un beso en la boca.

-Volví hace dos días, él es Taehyung, es el chico con el que estoy saliendo- respondió, tomando asiendo frente la pareja de casadas.

-¿Dónde te estás quedando? Me habrías avisado y así te quedabas en mí casa- Jennie dijo con una sonrisa.

-Estoy en un hotel, no te preocupes, Jen- le dijo.

-No, no. Puedes quedarte en mi casa. Lisa y yo no tenemos ningún problema. Incluso Taehyung, si quieres- se dirigió al chico que la miraba con curiosidad.

Lisa apretó el agarre en su cintura y Jennie dejó de mirarlo, para darle otro beso a su esposa.

-Gracias, Jennie- le agradeció. -Taehyung no lo necesita. Él regresa a Nueva York mañana en la mañana.

-Puede quedarse en casa hasta mañana. Tú te quedas hasta que tengas un lugar fijo dónde vivir- le señaló. -Estoy enojada porque no me dijiste que estabas aquí.

-Era una sorpresa- Sana miró a Lisa por un micro segundo y la castaña desvió la mirada, escondiendo su cara en el cuello de su esposa.

Jennie sonrió.

Quizás su Lisa si la ama todavía.

Quizás ella era la que estaba equivocada.

Lástima que no estaba preparada del todo para saber la verdad.

"Sí todavía me amas, ¿por qué me haces sufrir de esta forma? ¿por qué me lastimas tanto?"

"¿Aún me quieres?"

"Este no es el matrimonio que soñamos juntas"

Tired Of Loving You - JenLisa G!P Donde viven las historias. Descúbrelo ahora