Capítulo 50

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El arma humana

   —¡¿Qué tienes qué!? —exclamó furiosa la voz al otro lado de la línea—. ¡¿Y que son quiénes!?

La chica suspiró, tratando de mantener la calma.

   —Dos novios, papá. Y son el Fénix Rojo y el Oso Polar —explicó por segunda ocasión.

Pasó una semana desde que los sombrero de paja habían regresado de sus pequeñas vacaciones. (Tn) estaba sentada en la cama de Kid sosteniendo el dispositivo con el que podía establecer comunicación con su padre mientras el pelirrojo fruncía el ceño al no encontrar su camiseta negra favorita en el armario.

Luego de que Marco se enterara de que la competencia había concluido en un empate, les dijo que permitiría que la relación ocurriera siempre y cuando el Alfa lo autorizara. A Ace se le había helado la sangre al escuchar la petición del rubio, pues sabía que podían sacarlos de la misión. Sin embargo, accedió cuando su compañero les dijo que el Alfa no podría retirarlos debido al tiempo que llevaban ya en Dressrosa, además, el ojigris había accedido a formar parte del plan.

   —¡¿Pero cómo es posible este suceso?! —espetó—. ¡Conoces las reglas de la JZI! ¡¿Porqué no hiciste nada para detenerla?! —preguntó, sabiendo que Kid estaba escuchando la conversación.

   —Oi, yo tampoco estuve de acuerdo —respondió con fastidio—. Pero ella ya es adulta, sabe lo que hace. Por otro lado, Marco ya lo sabe, quiere que tengamos una llamada grupal para que ella te lo diga y saber qué harás al respecto.

   —¡¿Cómo que el Fénix lo sabe?! —estaba perdiendo la compostura—. ¡¿Esperan que actúe como si nada frente a ellos?! ¡Se supone que no saben que son mi familia! ¡Las reglas también aplican para ustedes sin excepción!

   —Tranquilo, nadie sabrá que somos familia—habló dulce la castaña—. He pensado en la propuesta, ¿Sabes? —los pelirrojos dejaron de hacer lo que estaban haciendo y prestaron especial atención a lo que diría la chica—. No quisiera retirarme de la JZI, pero tampoco me agrada la idea de frenar mi vida. Me gustaría experimentar el amor, conocer el mundo y aprender de él, me encantaría tener una vida en la que no tenga un alias de reptil, pero también quiero hacer justicia ante la mediocridad de la ley, quiero encontrar al mal nacido de Barba Negra y, lo más importante, es que no quiero estar lejos de ustedes.

El corazón de Kid se inundó de calidez.

   —Princesa... Te recuerdo que si decides continuar en la JZI tendrás que despedirte de todos a los que acabas de conocer, incluyendo al Oso Polar y te asignaremos a una nueva misión.

   —Sobre eso... —titubeó un poco antes de hablar—. ¿No existe la posibilidad de reclutarlo?

Shanks se atragantó con el licor que bebía en ese momento.

   —¡¿Hablas en serio?!

   —Si.

   —Yo también estoy de acuerdo —agregó Kid mientras se ponía la camiseta—. Piénsalo, si acabamos con el Flamenco, él será hombre muerto en cuanto lo capture la marina. Podría considerarse una recompensa por trabajar con nosotros.

   —Kid... —habló desafiante.

   —Está entrenado, solo necesita recuperar la práctica.

   —Me impresiona que abogues por un asesino —escupió con desaprobación. Kid soltó una risotada.

   —¡Ja! ¿No te has visto en un espejo? —la castaña abrió los ojos como platos, no podía creer que estuviera desafiando a su padre—. Porque yo si. Tú más que nadie sabe que necesitamos aliados. La diferencia de víctimas o las razones no importan, una vez que quitas una vida, te conviertes en un asesino para siempre. Eso soy desde que tengo ocho años y la enana lo es desde...

ENTRE NOSOTROS  (Law x Ace x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora