Capítulo 35

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Good things don't last forever.

Layla John

—Ya has hablado con él y es evidente que no cederá. Yo no me molestaría en seguir intentándolo —mi esposo me dedicó una corta mirada antes de volver a mirar su celular.

—Haré lo que sea para que no arruine su vida. Estoy segura de que esa chiquilla lo está engatusando, ha gastado una parte significativa de su herencia en ella —expliqué—. Si sigue gastando no creo que pueda invertir en la empresa en algunos años.

Me volvió a mirar por un minuto—. Ambos sabemos que él no quiere invertir en la empresa. Le he insistido para trabajar allí porque es muy capaz, pero sobre todo porque tú me lo has pedido. Y siempre se ha negado incluso cuando lo he obligado a ir a reuniones y eventos.

—No dejaré que gaste la herencia de mi padre en esa cazafortunas.

De eso ni hablar.

—Si tu padre no te la dejó a ti por algo fue —soltó y lo fulminé con la mirada, él ni se inmutó y siguió concentrado en la pantalla de su móvil.

—¡Charles! ¡Charles! —llamé a mi asistente, quien segundos después se apareció a mi lado respirando agitadamente.

—Dígame, señora John.

—Manda a investigar a esa chica, Claudia Davis —demandé.

—En realidad es Claire Davis según tengo entendido, señora.

—Pues eso. Busca algún trapo sucio suyo. Algo que haga que J la deje definitivamente.

—Por supuesto, señora.

—Y si eso no funciona, ya sé quien me puede ayudar.

—La prensa sabe que están juntos, por eso la aceptaste en primer lugar, no entiendo porqué te empeñas en separarlos —mi esposo volvió a intervenir.

—Yo nunca acepté a esa mujerzuela, y nunca lo haré. Creí que la única opción era que se casasen para que la prensa dejara de involucrarse. Pero claramente estaba equivocada. Esa niña no se va a llevar el dinero de mi familia.

Por supuesto que no.

***

Claire Davis.

Unos días después.

—¿Gruñón, para qué me has traído aquí? —pregunté analizando mi alrededor.

Me había dicho que me tenía una sorpresa y no me la reveló durante todo el camino, incluso aunque yo insistí para que lo hiciera con mi método infalible: hacer un puchero de bebé. No cedió y me resigné a esperar. Me había traído a un apartamento en el centro de la ciudad, era bastante impresionante. Estaba completamente amueblado, lo primero que se apreciaba al entrar era la extensa barra de la cocina con su encimera reluciente —nunca había visto nada brillar tanto como eso en toda mi vida—. Del otro lado se encontraba descansando en el limpio suelo un sofá y frente a este una tele. Más adelante se encontraba la mesa de comedor. Una escalera también reluciente recorría la pared, supuse que llevaría al dormitorio. El apartamento en general era pequeño, pero lucía bastante confortable, y podía deducir que era caro.

Desastrosa SimulaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora