Capítulo 32

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Surprise.

Llevaba mirando a Princesa dormir tranquilamente desde mi cama desde hacía una hora.

Gracias al cielo el accidente no había pasado a mayores.

Cuando recibí el mensaje de Avery hacía dos días sentí como si mi corazón se hubiera detenido y me faltara oxígeno para respirar. ¿Era exagerado? Para nada, mis perritos eran todo para mí. En el momento del mensaje pensé lo peor, así que sin darme cuenta comencé a llorar.

No supe cómo J pudo notarlo desde el escenario pero dos minutos después lo tuve a mi lado preguntándome que me había pasado, habían detenido el concierto por mí. Las guardias de la entrada del bar habían separado a las demás personas que estaban bastante extrañadas, pero en ese instante no me interesaba, y a J parecía que tampoco mucho.

Regresamos a nuestra ciudad lo más rápido posible, realmente lo agradecía. Cuando llegamos Avery por supuesto ya había llevado a Princesa al veterinario y por suerte lo único que le había sucedido era que se le había fracturado una pata y le habían colocado una tablilla que debía mantener mínimo cuatro semanas. Cuando el veterinario me lo explicó sentí que me volvía el alma al cuerpo. Durante todo aquello J no se fue de mi lado, me ayudó a traer a la perrita a la casa cuando le dieron el alta. Mi padre aceptó dejar quedar a Princesa mientras se recuperaba, pero lo que había sucedido me había permitido tomar una decisión que llevaba pensando desde hacía algún tiempo.

Quería mudarme.

Amaba quedarme con mis padres y no tener que hacer nada en lo absoluto más que ir a trabajar, pero ya era una adulta y tenía que independizarme. Además, en mi propio apartamento podían vivir mis perritos, que era la principal razón. Me sentía culpable por el accidente de Princesa, si hubiera estado en algún lugar estable no le hubiera sucedido nada. No podía permitir que le sucediera algo similar a los otros o algo peor a ella. 

—¿Claire? —vi la cabeza de mi novio asomarme por la puerta de mi habitación.

Me senté rápidamente en la cama, sorprendida—. ¿Gruñón? ¿Qué haces aquí?

—Vine a verte. ¿Podemos entrar?

—¿Podemos?

—¡Hola, Claire! —Gracie John salió de la nada con una gran sonrisa y se lanzó a abrazarme. Le devolví el abrazo encantada a la par que sorprendida, solo la había visto una vez en persona, normalmente nadie sería tan cariñoso—. Mi hermano me dijo que estabas triste, a mí los abrazos me ponen feliz —me explicó contra mi pecho.

Me salió una sonrisa al instante, era una ternurita. Hablaba perfectamente para su edad, y olía a chicle de fresa. Quería quedármela.

Tu madurez equivalente a la de una niña de seis años no te permite hacerte cargo de un niño.

—Muchas gracias, pequeña. Ya me siento mucho mejor. 

—Pues genial, porque vienes con nosotros —J ordenó. 

—¿Ahora? No puedo dejar sola a Princesa.

—Ella estará bien, además, tu mamá accedió a cuidarla en lo que estábamos fuera —su sonrisa iluminó mi campo de visión.

—¿Usaste tu encanto con ella otra vez? —elevé una ceja.

Gracie ya se había separado de mí, pero seguía a mi lado observando la conversación entre su hermano y yo.

—No sé de qué me hablas —se hizo el desentendido.

—¿Lo tenías todo planeado, no es así?

—Otra vez, no sé de qué me hablas.

Desastrosa SimulaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora