Capítulo 25

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What happened?

Peter John

Todo iba bien, más que bien. Estaba encima de Claire besándola sin darle tregua, el alcohol en mi sistema no impedía que disfrutara del momento, llevaba deseándolo desde hacía tiempo. Ella también parecía estar complacida, deslizó su mano por mi torso desnudo sin romper el beso. Pero todo se fue al garete cuando agarré la blusa que traía puesta e hice el ademán de quitársela justo como ella había hecho con mi camisa segundos antes. Se separó de inmediato, se arrastró hacia atrás y se abrazó a sí misma, temblorosa. Sus ojos estaban llorosos y le temblaba el labio inferior.

Me asusté, la borrachera no parecía hacer efecto en ese momento—. ¿Claire? ¿Qué pasa?

Intenté acercarme pero solo conseguí que se echara más hacia atrás—. Yo... lo siento —su voz tambaleó—. Perdón.

Se levantó rápido de la cama, y como el mareo le permitió salió corriendo de la habitación.

Me quedé mirando por donde se fue, intentando entender que acababa de pasar. Bufé, y me pasé la mano por el pelo con un sentimiento amargo recorriéndome por las entrañas. Joder, me sentía un total idiota.

No perdí más tiempo en estupideces, me coloqué de nuevo la camisa y salí en busca de Claire. Di un breve recorrido y no estaba por toda la casa, caminé hasta la salida trasera y me encontré con su melena rubia de espaldas sentada en el inicio del camino de piedras.

Me debatí entre si dejarla sola y esperar a mañana o disculparme en el momento. La ansiedad me pudo así que escogí la segunda opción, me senté a su lado dejando una distancia considerable entre nosotros para que no se volviera a asustar. Vi las lágrimas estancadas en sus mejillas, lucía como que estaba aguantando las ganas de seguir llorando, noté como se tensó cuando me sintió.

—Claire —comencé—. Lo lamento si hice algo que no querías, no quiero que me veas como...

Me cortó—. No es tu culpa.

—¿Entonces qué pasó? —no deseaba presionarla, pero me había llevado un susto de cojones y necesitaba saber que había pasado. Todo estaba perfecto y se desmoronó en un segundo.

—Yo... —parecía tener las intenciones de decirme, pero terminó negando con la cabeza—. Déjalo, es un tontería.

Volví a intentar acercarme y esa vez no se alejó, probé suerte cuando alcé mi mano para levantar suavemente su barbilla:

—No es una tontería si te hace llorar.

Mi caparazón, mi máscara de hielo y mi estúpido intento de parecer un maldito iceberg desaparecían cuando se trataba de ella.

—Cuéntame —pedí.

—Yo... no quiero hablar de ello. Solo olvidemos que esto pasó, ¿vale?

—¿Fuiste abusada o algo semejante? —solté sin medir mis palabras.

El tacto, idiota.

—No —negó, y le creí. Sus ojos me decían que no mentía.

La vi levantarse e hice lo mismo—. Dejemos esto en una simple noche de borrachera, tomamos de más, ambos caímos redonditos en la cama y eso fue todo —se secó las lágrimas, forzó una sonrisa y se marchó.  

Desastrosa SimulaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora