Something more real.
Él dijo... que se estaba enamorando de mí.
Me encontraba en un estado de shock, llevaba mirando a J fijamente durante un minuto seguido sin pestañear, me costaba procesar lo que me había dicho. Este me miraba impaciente a la espera de mi reacción, se relamió los labios y dirigí mi mirada hacia allí.
—Claire, está bien si no sientes lo mismo...
¿Pero qué tonterías estaba diciendo? ¿Qué yo no sentía lo mismo? En mi cabeza sonó ridículo. Desde que lo conocí me pareció atractivo, y cuando nos fuimos haciendo amigos el sentimiento de atracción paso a ser algo más, pero en aquel momento me reusaba a creerlo. Mi inseguridad constante me hacía pensar que era imposible que él pudiera corresponder mis sentimientos a pesar de ya haber tenido nuestros roces, así que la coraza de mi corazón hizo que los negara para evitar sufrimientos innecesarios.
—Yo solo, tenía que decírtelo porque ya no le veía sentido a seguir callándomelo y...
No lo dejé terminar de hablar, la impulsividad con la que a veces me caracterizaba se apoderó de mí provocando que me lanzara a sus labios, enrosqué mis brazos alrededor su cuello al sentir su toque en mi cintura acercándome más a él. Su adictiva loción se adentró por mis fosas nasales. Joder, de veras esperaba oler igual de bien que él algún día. Estaba como en una nube, eso causaba que divagara tanto, pero en realidad estaba viviendo uno de los mejores momentos de mi vida en mi mente soñadora. No existía la fiesta, ni las personas en ella, solo éramos nosotros. Justo como la noche anterior en el karaoke.
Movía su boca sobre la mía con suavidad, con ternura. Diferente a las anteriores veces que lo habíamos hecho, antes era con fiereza y desesperación, ahora, era con amor. Nos separamos al necesitar respirar, y escondí mi cara en el hueco entre su cuello y su hombro, esbozando una sonrisa.
Y ahora le entra la timidez, que fina la señorita.
—Me imagino que este beso significa que que no me equivoqué al declararme —lo escuché hablar en el abrazo.
Alejé un poco mi rostro de su clavícula para alzar la cabeza levemente y mirarlo. Sonreía, siempre había pensado que tenía una sonrisa preciosa—. No, no lo hiciste.
—¡Hasta que al fin se dejaron de tonterías y se contaron lo que realmente sienten! —escuchamos una voz exclamar a mis espaldas.
J bufó—. Parece que nuestro destino es ser interrumpidos siempre. No hay manera —me habló al oído haciéndome estremecer.
Me giré causando que sus manos quedaran en mi cintura con mi espalda baja pegada a su torso. Ignoré lo que me hacía sentir tragando saliva y vi a Ricco observándonos con una sonrisa más grande que la del gato de Alicia en el País de las Maravillas.
—¿Qué haces aquí, Federico? —el tono de voz de J cambió a uno más serio, básicamente a su tono normal de voz.
—Vine a fumar un rato —alzó sonriente un cigarro que traía entre los dedos—, pero me encontré con tan encantadora escena.
Me tensé al pensar que él pudo haber escuchado todo lo que le conté a J. No era que no tuviera confianza con él, simplemente era algo que quería que se mantuviera entre J y yo. Este pareció sentir mi tensión e inmediatamente captar porqué, ya que preguntó—: ¿Cuánto tiempo llevas ahí?
—Solo desde que te declaraste —respondió y me pude relajar—. Pero tranquilo, ya me largo —se rió ante su cara de fastidio.
No mentía, nos dedicó una última gran sonrisa antes de marcharse entrando a la casa.
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Desastrosa Simulación
Dragoste«¿Serías mi novio falso en una boda?» La pregunta del millón, o más bien la pregunta absurda de Claire Davis. Al verse en apuros debido a una rivalidad familiar, Claire decidió hacerle dicha pregunta a un completo pero atractivo desconocido. Sin em...