Tres hermanos

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En un lejano, muy lejano reino, vivían una familia de agricultores. Cuando los padres fallecieron dejaron, en herencia, a sus hijos todos sus bienes. El hijo mayor se quedaría los terrenos, el mediano, el molino y el pequeño, la mula y el caballo. La madre, en su lecho de muerte, les pidió que permanecieran unidos y entendieran el porqué de la repartición. Todos estuvieron de acuerdo hasta que la mujer dio su último suspiro. Solo quedando los tres en aquella casa, el mayor y el mediano se pusieron de acuerdo y obligaron al pequeño a encargarse de los cultivos. Esto produjo que la cantidad cosechada fuera mucho menor a la habitual. Viendo que el pueblo empezaba a protestar por la escasez, el hijo mayor tomo las riendas de las tierras. El mediano se negó a devolver la mula y el caballo pues prefería encargarse de la venta de los alimentos ya que le permitía pasearse por los bares de los pueblos. Así pues, el pequeño se desplazó al molino. La producción del molino se redujo, el número de sacos producidos disminuyó, y las ventas en los mercados desaparecieron cuando el mediano fue estafado por su nula comprensión del mercado. Tras una acalorada discusión por la falta de dinero para pagar los impuestos a los nobles, el mediano volvió al molino y el pequeño retomó las riendas de las ventas. Ahora, con los tres en sus respectivos puestos, no les faltó la comida ni el dinero.

Caperucita roja y otros cuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora