El niño de tinta

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Érase una vez un niño que dibujaba muy bien, tan reales eran sus dibujos que a veces cobraban vida.

Un día, el niño dibujó una preciosa y majestuosa águila que en pocos segundos salió volando del papel y huyó por la ventana. El ave se posó en un pino haciendo que el niño trepara para alcanzarla. Al llegar arriba se maravilló por las vistas que desde allí se podían observar. Al dirigir su mirada hacia el águila, está ya no estaba allí. Volvió a su casa con la esperanza de que el pájaro hubiera hecho lo mismo. Y allí estaba, posado en el tejado. El niño se percató de que el pobre animal parecía triste, así que rápidamente cogió papeles y lápices, y se tumbó en el césped de la entrada, bajo la atenta mirada del águila. El niño dibujó y dibujó toda clase de animales. Esa tarde, su jardín se tornó brillante bajo tantos colores. Plumajes, escamas y pelajes de toda clase de animales jugaban en torno al joven.

Cuando llegó la noche, unas nubes negras amenazaban al cielo. Pronto empezó a llover y todos los animales comenzaron a verse borrosos, la tinta se corría de sus pelajes. El niño intentó meterlos todos en casa, pero solo quedaron papeles mojados. Él también se había empapado, quiso cambiarse de ropa, pero no podía desvestirse y poco a poco él también estaba siendo borrado. El niño corrió a por lápices intentando redibujarse, pero las pinturas no permanecían encima del papel mojado que era su ropa. Entonces, cuando pensaba que se borraría completamente, un grito lo despertó, su madre lo llamaba para desayunar.

Caperucita roja y otros cuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora