Érase una vez, en un pequeño y alejado pueblo, un padre adinerado y una hija humilde que vivían sus vidas con tranquilidad después de la perdida de la esposa y madre de la familia. Hasta que un día el padre se enamoró y casó con una hermosísima mujer de una ciudad cercana. La madrastra se fue a vivir al pueblo y desde su llegada, todas las jóvenes hermosas empezaron a sufrir accidentes que las afearon físicamente. Una tras otra, pero nadie se atrevió a señalar a la culpable, no tenían pruebas y todos temían el poder de aquella detestable mujer. Lo sabían todos excepto su marido que ajeno a todo creía vivir una vida perfecta. Llegó pues, el turno de Blancanieves, la hijastra, que tenía la piel de porcelana, ojos azabaches y unos labios rojizos, que era la envidia de todos y eso la madrastra no lo podía tolerar. Con la excusa de conseguir un regalo para el cumpleaños del padre, la madrastra le dio a Blancanieves un mapa para llegar a una tienda en la ciudad. Si seguía aquellas indicaciones, llegaría a la ciudad, donde ella nunca había ido y eso la ilusionaba. Lo que no sabía es que al llegar, el camino que se le indicaba la conducirán a unas callejuelas donde ser asesinado y violado es lo mínimo que te podría pasar. Desconociendo eso último y obediente como era ella, Blancanieves cogió dinero y vivieres para el viaje. El día de la partida, el padre se había ausentado para atender en su trabajo y la madrasta la despedía a sabiendas de que no la volvería a ver jamás.
Quiso el destino que, en el momento de llegar Blancanieves a la entrada de la ciudad, perdiera el papel donde tenían las indicaciones. Deambuló un poco por la ciudad absorta en lo preciosa que era. Hasta que al caer la noche, se acercó a una taberna a la espera de conseguir indicaciones o al menos encontrar un lugar donde hospedarse. La taberna era propiedad de unos septillizos altos como armarios pero muy simpáticos. Blancanieves explicó lo ocurrido y los septillizos le ofrecieron hospedaje a cambio de que les ayudara como camarera, porque en ese preciso momento estaban cortos de personal. La razón era que los siete solo dos trabajaban plenamente en el local. Ella aceptó.
Al día siguiente, Blancanieves puso una excusa para no marchase y poder seguir allí trabajando. Así pasaron las semanas y los septillizos acabaron cogiéndole cariño a la joven que para ellos ya era parte de la familia. La chica pero, se preocupó de qué pensaría su padre, así que decidió escribirle una carta. Entonces recordó a su madrastra y lo más seguro es que si la enviaba, nunca le llegaría a su padre. Fiel, uno de los siete, se ofreció a llevarla hasta las manos de su padre. Ella aceptó y le indicó como llegar y quien era su padre. Así, ese mismo día partió a llevar el mensaje. Al llegar al pueblo, se escondió a la espera de encontrar al hombre. Allí pudo conocer a la madrastra y su oscuro secreto. La mujer se había adueñado de un espejo mágico que le permitía rejuvenecer si se le ofrecía dañar chicas jóvenes y hermosas. El espejo avisó a la madrastra que el último sacrificio nunca se llevó a cabo y por tanto ese mes envejecería vente años. La madrastra enfurecida, pues sabía que la última había sido Blancanieves, partió de la casa dirección a la ciudad para saber qué había ocurrido. Fiel alarmado, dejó la carta en la casa y rápidamente se dirigió hacia la ciudad para intentar llegar antes que la madrastra. En llegar a la taberna, les contó todo a sus hermanos y a Blancanieves. La joven se echó a llorar sin saber ya que hacer, esconderse solo era una solución provisional. Entonces, Listín preguntó si la madrastra llevaba con ella el espejo, y fue afirmativa la respuesta. Este sugirió robárselo y destruirlo. Bonachón ofreció su tienda, una de antigüedades, como lugar para realizar el cambiazo. Hicieron correr la voz por la ciudad de que una mujer increíblemente hermosa había empezado a frecuentar el anticuario de Bonachón. En llegar la noticia a los oídos de la madrastra fue allá haciéndose pasar por cliente. Pícaro, el hermano más pequeño y el que mejor se le daba dar cambiazos, sustituyó el espejo por otro falso. Rápido huyeron hacia la casa de Tontín, que vivía enfrente. Pero Tontín se dejó la puerta de casa cerrada y aunque llamaron apresurados, nadie abrió. La madrastra les pilló en la puerta, pues enseguida se dio cuenta del hurto. Pero antes de que le diera tiempo a decir nada, Blancanieves tiró el espejo al suelo y empezó a saltar sobre él, hasta romper un trozo de su propio zapato. La madrastra se quedó inmóvil unos instantes antes de empezar a reír a voces. "Ilusa, ¿Crees que con eso bastará? Mientas tu padre me ame, el hechizo prevalecerá. El espejo solo me avisaba de si se cumplían los requisitos. Nada más." Dijo altanera mientras sacaba una daga y se abalanzaba hacia la joven. Pero antes de que llegara hasta ella, sus manos se arrugaron y empezaron a temblar, su cabello se tornaba gris y su cuerpo se curvaba. En ese momento, el padre había llegado a su casa y no encontró a nadie, a excepción de una carta de Blancanieves donde le narraba todo lo sucedido con ella, donde estaba y lo que pasaba en el pueblo. Los aldeanos, sabiendo que la madrastra no estaba, y que el hombre había vuelto, corrieron para reafirmar aquellos hechos. La madrastra huyó de la ciudad, tenía que volver al pueblo y enmendar aquello antes de que fuera demasiado tarde. Por el camino se encontró un leñador llamado Hostil, que ya estaba de sobre aviso por sus otros hermanos de la llegada de la mujer. Este la ayudó a llegar hasta el pueblo, donde ya la esperaban todos los pueblerinos frente a la horca donde la colgaron sin miramientos. En el momento en que la madrastra soltó su último aliento, todas las muchachas que habían sido heridas por ella se curaron. Blancanives volvió a su pueblo para festejar el librarse de tal mal. Tras aquello, el padre accedió a que su hija siguiera trabajando en aquella taberna y con el tiempo se anunciaría que se casaría con Primogénito, el mayor de los septillizos. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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Caperucita roja y otros cuentos
Short StoryUna forma distinta de escribir el cuento de "La caperucita roja" con un final inesperado. ¡No os perdáis otros interesantes cuentos!