Capítulo 12: Luz

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Theo no paró de hablar en todo el camino en dirección a su habitación. Le habla sobre Luna, su trabajo de Runas Antiguas, su desacuerdo reciente con Blaise, su ensayo de Encantamientos. No se calla. Y Hermione sabe por qué no lo hace. En parte le agradeció, la distrajo de sus propios pensamientos.

Sin embargo, cuando entra a la sala común de su suite de Premio Anual, los balbuceos de Theo la están desesperando. Ella se sienta en el sofá, frente a la chimenea, se quita los zapatos y sube las piernas, ocultando la cabeza entre medio de sus rodillas.

Inhala profundo.

—¿Hermione?

—Estoy bien —su voz suena amortiguada.

Siente un peso a su lado y una mano se posa en su hombro.

—Si alguna vez me hubieran dicho que Theodore Nott me consolaría, lo hubiese maldecido.

El castaño suelta una carcajada ahogada. Hermione levantó la cabeza y lo enfrentó. Sus ojos se ven cansados todavía. Aunque está más espabilado que antes.

—¿Qué hizo?

No hace falta mencionar su nombre para saber de quién están hablando. La Gryffindor espera paciente, inspecciona cada uno de sus rasgos. Nota como Theo tensa la mandíbula y mira hacia arriba antes de volver a prestarle atención.

—No sé si quieres saberlo.

—Lo necesito.

Theo bufa.

—Una vez que te quedaste dormida, volvió a las mazmorras —inicia.

—Lo aturdí —afirma—. ¿Seguía...

—Sí... se estaba despertando. Estaba desorientado y todavía muy borracho —aclara.

—Theo... por favor.

—Me matará por esto —murmura—. Lo golpeó, ¿de acuerdo? —suelta—. Probablemente le rompió la nariz y algunas costillas... cuando llegué... estaba descontrolado. Nunca lo había visto así. Ni cuando tomó...

—Lo entiendo —interrumpe para que no termine esa frase.

—De todos modos, lo aparté —explica—. Está bajo libertad condicional, una mancha más en su expediente y el Ministerio no será tan contemplativo. Estoy seguro que lo meterán a Azkaban.

Se arriesgó.

Se arriesgó por defenderla. Pudo haber terminado en Azkaban. Todavía podía.

—Lo llevé cerca de la Sala Común de Gryffindor. Si lo encuentran en las mazmorras no dudarán en apuntar a Slytherin, y sobre todo a él.

—Pero nadie sabe que nosotros...

—No importa. Usarán cualquier excusa para inculparlo —se lleva una mano a su cabeza despeinando sus rizos—. Creo que uno de tus compañeros lo encontró, tal vez esté en la enfermería en estos momentos.

Se mantienen en silencio.

Hermione recuesta su espalda contra el sillón, sus manos están en puños, sus uñas clavándose en sus palmas. Sigue sin poder creerlo, todavía se siente una pesadilla, deseando poder despertar.

—Estaba... Merlín —negó con la cabeza—. Cuando llegué, su rostro era de puro terror. No sé qué le habrá dicho, pero tienes que estar tranquila que nunca volverá a tocarte —asegura.

Debería sentirse horrorizada por sus acciones. Nunca fue partidaria de la violencia y menos cuando la otra persona está indefensa. Pero, está segura que si Draco le hubiese roto un par de cosas más no le hubiera importado. Y se siente terrible por esa realización.

Miel y Plata | DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora