El ambiente se sentía pesado, el humo de los calderos se arremolinaba en el aire haciendo que los rizos de Hermione se inflaran. Había un murmullo constante pero ella no estaba consciente, en cambio, su concentración estaba enfocada en sus pensamientos.
A diferencia de otros años, en este mismo salón, no eran pensamientos de que llevaría esta poción, si podría obtener puntos extras en sus ensayos o si sabía la respuesta a la pregunta que había formulado el profesor Slughorn hace unos instantes.
Sus pensamientos eran grises, de un tono oscuro, fríos como el salón de clases de pociones, ubicado en las mazmorras. La guerra había terminado, habían ganado, pero también habían perdido. En este caso, no sólo a sus padres, sino también a una parte de ella. La parte que la hacía sentir viva, la que la obligaba a levantar la mano en clase, la que reía con Harry y Ron, la que compartía secretos con Ginny. Había perdido a la Hermione de antes y no sabía si iba a ser capaz de recuperarla.
Su cicatriz picaba, pero se contuvo de rascarse. Era algo involuntario, como si todavía sintiera su piel desgarrarse, escuchara los gritos retumbando en sus oídos, como si todavía viera a Bellatrix frente a ella.
Sus dedos empezaron a temblar, enterró sus uñas lo más fuerte que pudo en sus palmas para calmarse. Para evitar llorar, para evitar desmoronarse en medio de una clase de pociones.
—Señor Malfoy —el profesor Slughorn anuncia—. Llega tarde.
Ese es otro problema. Uno que la persigue constantemente. El rubio no responde, en cambio se adentra en el salón y se sienta con su grupo de Slytherins, junto a Theodore Nott.
Su postura está decaída, está más alto desde la última vez que lo vio, si eso es posible. Sus ojos color plata se ven enrojecidos, como si hubiese estado llorando o bebiendo demasiado. Su cabello, antes de un rubio brillante, lucía opaco. Sin embargo, había algo más. Algo oculto, profundamente, pero estaba ahí.
La clase siguió, a su lado Neville estaba luchando sobre qué paso debería hacer a continuación. Hermione murmuró la respuesta sin ganas, con voz automática. No lo notó.
Por un minuto se cuestionó en buscar con la mirada al rubio. Sus ojos miel se enfocaron en el grupo que estaba a varias mesas de ella. Blaise Zabini estaba diciendo algo, su brazo envuelto en el cuello de Pansy Parkinson. Nott le respondía pero Malfoy parecía ausente, mirando fijamente el caldero que tenía delante. Debió sentir la presencia de Hermione porque en un momento sus ojos se desviaron hasta caer en la Gryffindor.
Fue sólo un pestañeo, un encuentro perdido, fugaz pero fue suficiente para que Hermione sintiera su brazo en llamas. Clavó más fuerte sus uñas hasta que pudo sentir algo húmedo en estas.
Sangre.
Sangre sucia como varias veces repitió él.
Se levanta de su asiento con Neville a su lado, afuera del salón de pociones Ron la esperaba con una gran sonrisa en su rostro. Era algo que hacía a menudo, la seguía a todos lados, la esperaba, estaba pendiente de ella. Aunque Hermione le había dejado claro que no tenía intención de tener una relación romántica con él.
—¿Mione? —la voz de Ron la trajo de vuelta.
—Lo siento... ¿qué decías?
—Es la hora del almuerzo.
—Sí, claro...
—¿Estás bien? —asegura el bolso en su hombro.
—Estoy perfectamente, Ronald.
—Genial, ¿almuerzo?
Él continuó hablando pero Hermione no lo escuchaba. Estaba pendiente a la cabeza rubia que caminaba a unos metros frente a ella. Theo Nott a su lado, murmuraban algo. Ron caminaba apresurado, queriendo llegar al Gran Salón para el almuerzo, Harry había ido en busca de Ginny. Y Neville caminaba unos pasos detrás de ellos.
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Miel y Plata | Dramione
FanficHermione Granger y Draco Malfoy están de vuelta para terminar su último año en Hogwarts. La única diferencia es que la castaña está rota luego de los sucesos de la guerra y resulta que Draco también. Siendo los únicos que notan el estado de ánimo de...