Capítulo 7: Hogsmeade

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Cuando entran a la Oficina del Director es irreal. Los retratos de Dumbledore y Snape los observan. La expresión aburrida de ambos la golpean. Los siguen con la mirada hasta que cada uno toma asiento frente a la profesora McGonagall.

—¿Té? —ofrece.

Ambos asienten. La vista de Malfoy ignora por completo al que fue su profesor y mentor en un momento. En cambio se concentra en la directora sirviendo su té. Hermione oculta sus manos en sus muslos. Los temblores la vuelven a atacar. No sabe por qué la directora los llamó a ambos, pero no puede ser nada bueno, ¿cierto?

—¿Cómo están yendo sus clases? ¿Señor Malfoy?

—Excelente —responde vagamente.

—¿Señorita Granger?

—Oh... bien, están bien —omite comentar que todavía sigue atrasada en una asignatura.

—No tienen nada que temer, queridos —ajusta los anteojos sobre su nariz—. No están en problemas.

Su mirada es penetrante, como si supiera algo más que no está diciendo. Toma entre sus manos la taza de té y da un sorbo.

—¿Por qué estamos aquí? —pregunta altanero el rubio.

—A eso iba, señor Malfoy —ignora el tono del Slytherin—. Quería comentarles que he llegado a la decisión de hacer un cambio con los Premio Anual.

Eso la sorprende. ¿La directora le revocará el título? ¿Hizo algo mal? ¿Tendrá que dejar la suite? ¿Volver a la sala común? ¿Dejar a...

—Considero que no es justo para los séptimos años no acceder a dicha mención honorífica. Por lo que, sí están de acuerdo, ustedes dos harían uso del título de Premio Anual durante la primera mitad del año escolar y luego se la pasarían al Premio Anual correspondiente de séptimo.

—Oh... No hay problema, directora —acomoda un rizo detrás de su oreja—. Estoy de acuerdo.

—Gracias, querida —voltea hacia el rubio—. ¿Señor Malfoy?

—Sí, lo que sea.

—Maravilloso.

—¿Eso es todo? —bufa el Slytherin.

—Asumo que la prisa es porque quiere llegar temprano a clases, señor Malfoy.

—¿Quiere que le mienta o le diga la verdad?

Una risa ahogada se escucha detrás de ellos. La boca de la directora se transforma en una fina línea. Hermione nota que está mirando fijamente el retrato de Dumbledore con desaprobación.

—Puede retirarse, señor Malfoy —el aludido se levanta de su asiento pero espera en el lugar—. Oh... me temo que tengo que hablar unos asuntos con la señorita Granger.

Sus ojos se conectan. No se puede leer ninguna emoción en su rostro, asiente en dirección a la profesora McGonagall y se encamina hacia la salida. Nuevamente evita ver a Snape y a Dumbledore.

—¿Estoy en problemas, directora?

—Claro que no, querida —sonríe—. Sólo quiero tomar un té con mi estudiante favorita. Claro que, si alguien pregunta, no tengo favoritismos.

Hermione suelta una carcajada incómoda.

—¿Cómo está llevando su relación con el señor Malfoy?

La Gryffindor se atraganta con su té cuando escucha sus palabras. Inmediatamente sus mejillas se tornan de un color rojo parecido a su corbata. Sus manos empiezan a temblar y las oculta debajo de sus muslos.

Miel y Plata | DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora