Capítulo 20: Navidad p. II

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La tela es suave bajo su piel y la cantidad de almohadas la envuelve excesivamente. La luz se filtra por la ventana y Hermione abrió los ojos. Todavía se encuentra cansada y no recuerda en qué momento se durmió. Recuesta la espalda sobre el respaldo de la cama. Está sola.

Ya es la segunda vez que duerme en la cama del rubio. La primera fue en su habitación de Slytherin, luego de... halloween. Y ahora, luego de aceptar que no iba a alejarse. No recuerda que se haya acostado con ella. Tal vez sí era una regla la de no compartir cama con quien te acuestas. O, tal vez se está apresurando a sacar conclusiones que no son.

Coloca los pies sobre la alfombra, incluso esta es más suave que la suya. Se levanta con cansancio de la cama para buscar su ropa que quedó perdida por la habitación. Encuentra sus bragas negras, pero no ve el vestido por ningún lado. Sin pensarlo demasiado, toma la camisa que el rubio estaba usando ayer y se viste con esta.

Una vez oculta un poco su desnudez, camina en dirección al baño para lavarse los dientes y acomodarse los rizos que volvieron a la normalidad. Al enfocar su vista en el espejo, lleva ambas manos a la boca de sorpresa.

Marcas.

Muchas marcas.

Su camisa se encuentra abierta, por lo que puede observar los círculos morados que adornan su cuello, clavícula, pecho, incluso en sus caderas y muslos. El calor sube a sus mejillas.

Sabe que a Draco le gusta marcar... esto parece un poco excesivo. ¿Debería sentirse culpable de que no le importa que lo haga?

Vuelve a la habitación. Es parecida a la suya, solo que los colores son diferentes. Una gama de verdes decora el lugar, junto al negro. Está ordenado, a pesar de la cantidad absurda de almohadas que están desparramadas por la cama. Se acerca a una estantería que no había visto cuando entró.

No sabe por qué se sorprende de encontrar libros muggles. Él le dijo que leía este tipo de literatura y que incluso el Ministerio le proveía libros. Y de repente, la luz se enciende en su cabeza. Probablemente sea un regalo horrible para él, pero es lo mejor que tiene sabiendo que apenas cruce esa puerta, tendrá que darle algo.

Su libro de Romeo y Julieta está lleno de anotaciones, pensamientos y reflexiones que fue sintiendo a lo largo del libro. Podría ser una manera para que conozca más sobre ella.

Seguro lo odie. Un libro usado y escrito por ella.

Se adentra en su habitación a través del baño compartido, toma el libro de su mesita de luz y con un poco de papel que le sobró de los regalos de sus amigos, envuelve el libro.

Suspira.

Sale al pasillo y da un par de pasos hasta llegar a la sala. El árbol se encuentra con las luces encendidas, debajo hay un par de paquetes, regalos de sus amigos, deja el nuevo regalo allí sin hacer ruido. Crookshanks está durmiendo arriba del sofá y cuando voltea la vista hacia la cocina ahí está. Puede apreciar toda su espalda desnuda, el pantalón se asienta en sus caderas y va descalzo. Hermione cree nunca haber visto a Draco Malfoy descalzo.

A medida que se acerca puede distinguir con más nitidez su cuerpo y pequeñas líneas rojas adornan su piel pálida. Sus uñas están grabadas en su espalda. Debería sentirse avergonzada, pero no lo hace.

—Hola.

Voltea la cabeza y sus ojos grises la recorren de arriba a abajo, deteniéndose más tiempo en sus piernas desnudas y en la camisa que sólo está abrochada con un botón. No puede leer su expresión, sin embargo, sus ojos se ven claros, grises como la plata. Y eso la hace feliz.

—¿Café? —le tiende una taza.

—Por favor.

Se sientan en la barra de la cocina y Draco deja un muffin de arándanos frente a ella sin decir nada. Hermione sonríe. Desayunan en silencio, pero no es incómodo como otras veces.

Miel y Plata | DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora