El momento había llegado.
La última semana de clases antes del receso fue caótica. Entregó sus tareas y ensayos, incluido su proyecto de Runas Antiguas. McGonagall tuvo una reunión con ella para saber cómo iba su papel de Premio Anual. Hermione tuvo que recurrir a las mentiras, no era buena idea decirle a la directora que había dejado de lado sus obligaciones y que sólo aceptó el puesto por la comodidad de la suite.
También se reunió con Ginny, la cual insistió nuevamente en que vaya a la Madriguera con ellos. Harry tuvo que intervenir y dejar en claro que su amiga pasaría las fiestas en el castillo y que no la presionaran por esa decisión.
Ron estaba enfadado. Creía que tenía algo en su contra por no pasar la navidad con ellos. No entendía que no se trataba de él.
No creía que fuera justo disfrutar sin sus padres y, además, no tenía ánimos para fingir que estaba feliz por estar en la Madriguera, con Molly regalándole miradas asesinas y con la incomodidad de dormir en la misma casa que su ex novio.
Así que ayer se despidió de los tres, incluso saludó a Luna, que iba a pasar las fiestas con su padre y el tan adorable Puffskein.
Hogwarts quedó vacío al cabo de dos horas y pudo sentir un momento de paz. Hoy pudo desayunar en su habitación, jugó un poco con Crookshanks, leyó el libro favorito de su madre, solo para sentirse cerca de ella. Al mediodía supo que tenía que salir de la pequeña cueva que había armado, tenía hambre y no quedaba nada en la cocina de la suite. Tomó un suéter grueso de punto y se lo colocó arriba del pijama, se calzó los zapatos y estaba lista para salir.
No había tantos estudiantes, por lo que nadie notaría que tenía su pijama debajo. Abrió la puerta de su habitación y se dirigió a la sala, Crookshanks iba detrás de ella.
Sin embargo, cuando llegó a la sala se llevó una sorpresa.
—¿Qué haces aquí?
—Buenos días para ti también, Granger.
Draco está sentado en el taburete de la cocina, tiene una taza de té en una mano y una carta en la otra, sus ojos grises en ella mientras que una sonrisa arrogante se asoma en su boca.
—¿Qué haces aquí? —repite.
—Bueno, por el momento vivo aquí —se encoge de hombros.
—Draco...
—No eres la única que puede pasar las fiestas en el castillo.
—Creí que tenías una mansión a la que volver.
Él arruga la nariz, se levanta de su asiento y se acerca a ella.
—Digamos que... no me apetece volver por el momento.
—¿Pasó... algo?
No responde. Cómo de costumbre. Se abraza a sí misma, como si de esa manera podría ocultarse de él. Draco guarda la carta en su bolsillo. El kneazle se acerca a él con la intención de refregarse contra su pantalón.
—Te dije que no quería a tu gato cerca —se lleva dos dedos al puente de la nariz irritado.
—Le agradas... no sé por qué —murmura la última parte por lo bajo.
—¿Qué hacías encerrada allí, de todos modos?
—No tengo que darte explicaciones.
Pasa de largo en dirección a la salida. Pero el rubio la alcanza antes de que pueda abrir la puerta. Hermione bufa exasperada.
—¿Sabes? Estaba teniendo un buen día hasta que apareciste.
—¿Ah, sí? —comenta sarcástico—. No te creo. ¿Qué ibas a hacer? ¿Quedarte encerrada todas las vacaciones?
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Miel y Plata | Dramione
FanfictionHermione Granger y Draco Malfoy están de vuelta para terminar su último año en Hogwarts. La única diferencia es que la castaña está rota luego de los sucesos de la guerra y resulta que Draco también. Siendo los únicos que notan el estado de ánimo de...